El gobierno de Lula subasta 19 bloques petroleros cerca del delta del Amazonas, desatando una controversia global y poniendo en duda su liderazgo climático. Descubre los detalles.
En una decisión que ha generado euforia en el sector energético y consternación en el ambiental, el gobierno de Brasil ha subastado 19 nuevos bloques para exploración petrolera en la sensible desembocadura del río Amazonas, creando una profunda contradicción con su rol de anfitrión de la próxima cumbre climática COP30.
Una profunda paradoja define la política actual de Brasil. Mientras el país se proyecta en el escenario mundial como un campeón de la lucha contra el cambio climático, internamente toma decisiones que parecen remar en la dirección opuesta. La reciente y exitosa subasta de 19 bloques para la exploración de petróleo y gas frente al delta del río Amazonas ha desatado una tormenta de críticas y ha puesto al gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva en una posición incómoda, cuestionando la credibilidad de su compromiso ambiental a pocos meses de acoger la cumbre climática COP30.
Subasta récord: El petróleo amenaza con «manchar» la COP30
El gobierno brasileño celebró con «euforia» el resultado de la subasta, considerándola un éxito para la economía y la soberanía energética del país. Sin embargo, la ubicación de estos nuevos yacimientos, en una de las zonas más biodiversas y ecológicamente sensibles del planeta, ha sido el principal punto de conflicto.
Ambientalistas y analistas señalan que esta decisión amenaza con «manchar» la cumbre climática de la ONU (COP30), que se celebrará en la ciudad amazónica de Belém en noviembre. La imagen de Brasil como anfitrión y líder de las negociaciones globales queda comprometida al promover activamente la expansión de la industria de los combustibles fósiles.
Esta dualidad ha sido descrita como la gran paradoja brasileña: el mismo país que lidera las negociaciones climáticas en foros internacionales como el de Bonn, Alemania, es el que aprueba nuevas perforaciones en su propio patio trasero amazónico.
«¿A qué equipo le juega Brasil: líder climático o rey del petróleo?» – Toya Manchineri, columnista en El País.
La credibilidad geopolítica en juego
La decisión del gobierno de Lula no es solo una cuestión de política ambiental interna; tiene profundas implicaciones geopolíticas. Al intentar perseguir dos objetivos aparentemente contradictorios —ser una potencia petrolera y un líder climático—, Brasil arriesga su credibilidad diplomática.
Esta medida proporciona argumentos a quienes acusan a las naciones en desarrollo de tener un doble discurso en materia ambiental. La capacidad de Brasil para exigir compromisos más ambiciosos a los países industrializados en la COP30 podría verse significativamente debilitada si, al mismo tiempo, se le percibe como un país que prioriza sus ingresos petroleros sobre la conservación de un ecosistema vital para el planeta.
Amazonía bajo presión: una amenaza que se suma a otras
La subasta petrolera no ocurre en un vacío. Se suma a las múltiples presiones que ya sufre la Amazonía. Informes recientes denuncian cómo mafias de mineros ilegales están expandiendo sus operaciones, estableciendo nuevas rutas hacia Venezuela para blanquear oro y evadir los crecientes controles en Brasil.
Aunque hay señales positivas, como una reducción general de la deforestación del 30% en el último año gracias a políticas públicas más estrictas y un aparente declive de la minería por cambios en la legislación sobre la compra de oro , la región sigue siendo extremadamente vulnerable.
Existe una conexión sistémica entre la expansión de la economía legal y la ilegal en la Amazonía. Los grandes proyectos de extracción de recursos, como el petrolero, requieren la construcción de infraestructura (carreteras, puertos, campamentos) en zonas remotas. Esta infraestructura, a su vez, facilita la penetración de mineros y madereros ilegales, que se aprovechan de las nuevas vías de acceso para adentrarse en la selva. De esta forma, la promoción de la economía formal puede, sin quererlo, estar creando las condiciones para el florecimiento de la economía criminal, en un ciclo destructivo que amenaza el futuro del pulmón del planeta.


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