Benín inició la semana con señales claras de normalización, después del intento de golpe de Estado ocurrido el domingo y desactivado con apoyo de Nigeria, su país vecino. La tensión política que marcó la jornada anterior comenzó a disiparse en Cotonú, donde el tráfico, el comercio y las actividades cotidianas recuperaron su ritmo habitual. Sin embargo, el episodio dejó en evidencia la fragilidad regional y la expansión de los movimientos yihadistas en África Occidental.

Un levantamiento que tomó por sorpresa a Benín
El domingo por la mañana, un grupo de militares armados con fusiles de asalto irrumpió en la televisión nacional para anunciar la destitución del presidente Patrice Talon, argumentando un supuesto deterioro de la seguridad en el país. Benín, aunque considerado durante años uno de los Estados más estables de África Occidental, ha registrado un aumento de la violencia extremista, sobre todo en su frontera norte.
El anuncio televisivo generó incertidumbre y preocupación en la población, que siguió con atención los mensajes contradictorios surgidos durante las primeras horas del día. No obstante, el propio presidente Talon apareció poco después ante las cámaras declarando que la situación estaba “completamente bajo control”, frenando así la expansión del pánico.
La rápida intervención de Nigeria
Uno de los elementos clave para contener el levantamiento fue la rápida actuación de Nigeria, que confirmó el domingo por la noche haber llevado a cabo acciones militares en Cotonú y haber desplegado tropas en apoyo al gobierno de Benín. El movimiento reforzó la capacidad de respuesta del país, que enfrentó un desafío interno en un contexto regional marcado por repetidos golpes de Estado en países vecinos.
Además, la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) anunció el despliegue de apoyo militar y programó una reunión urgente en Abiyán para evaluar la situación. La implicación del bloque regional muestra la preocupación generalizada ante la continuidad de golpes militares que afectan la estabilidad del oeste africano.
Liberación de oficiales retenidos y búsqueda del líder insurrecto
De acuerdo con varias fuentes militares consultadas por AFP, dos altos oficiales de Benín, tomados como rehenes por los sublevados, fueron liberados entre la noche del domingo y el lunes. Este hecho reforzó la percepción de que el intento de golpe había sido completamente contenido.
Sin embargo, el teniente coronel Pascal Tigri, señalado como líder del levantamiento, se encuentra prófugo, y hasta el momento se desconoce cuántas personas participaron en el intento de derrocamiento. Las autoridades continúan investigando para esclarecer el número de implicados y los motivos exactos detrás del fallido movimiento.
Un episodio en una región marcada por la inestabilidad
El intento de golpe en Benín no es un caso aislado en la región. África Occidental ha experimentado en los últimos años una ola de rupturas constitucionales en países como Malí, Burkina Faso, Níger, Guinea y, más recientemente, en Guinea-Bisáu. La presión de grupos armados y el descontento hacia los gobiernos civiles han alimentado estas fracturas políticas.
Aunque Benín había logrado mantenerse relativamente al margen de esa tendencia, su proximidad geográfica y el avance de las milicias yihadistas en zonas rurales aumentaron la vulnerabilidad del país. Lo ocurrido este fin de semana refuerza la importancia de la cooperación regional y la necesidad de fortalecer las instituciones democráticas.
El futuro político de Benín ante un año clave
El presidente Patrice Talon, quien debe dejar el cargo en abril tras diez años en el poder, no está autorizado a buscar un tercer mandato según la Constitución. Su sucesor designado, el ministro de Finanzas Romuald Wadagni, es considerado uno de los principales favoritos para las elecciones.
El intento de golpe agrega tensión a un proceso de transición que ya era complejo y pone a prueba la estabilidad del país frente a un nuevo ciclo electoral. La historia política de Benín, marcada por varios golpes y tentativas de golpe desde su independencia en 1960, vuelve a estar bajo los reflectores internacionales.
Perspectivas tras el fallido golpe
La normalización observada este lunes en las calles de Cotonú es una señal alentadora para la región. Sin embargo, el episodio revela desafíos persistentes: la influencia de actores armados, la fragilidad institucional y la necesidad de cooperación transfronteriza para enfrentar amenazas compartidas.
Mientras Benín sigue retomando su rutina diaria, la atención se centra en las investigaciones oficiales, la búsqueda de los responsables y la preparación para unas elecciones presidenciales que serán determinantes para su estabilidad futura.