Hoy, 25 de noviembre, el mundo conmemora el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, un recordatorio alarmante de que la violencia de género sigue siendo “una de las violaciones de derechos humanos más extendidas y generalizadas del mundo”, según la ONU. En este 2024, el énfasis recae en una cifra escalofriante: cada 10 minutos, en algún lugar del planeta, una mujer es asesinada.
En México, el panorama es aún más sombrío. La mezcla de impunidad, machismo y un entorno de violencia estructural ha convertido al país en uno de los más peligrosos para mujeres y niñas.
Una nueva Secretaría, pero viejos desafíos
En respuesta a esta crisis, el gobierno de Claudia Sheinbaum anunció la creación de la Secretaría de las Mujeres, una institución que sustituye al Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), establecido en 2001. Según la presidenta, este cambio busca fortalecer el enfoque en la protección y bienestar de las mexicanas, así como saldar una deuda histórica en materia de igualdad y justicia de género.
Citlalli Hernández, titular de esta nueva dependencia, prometió “no dejar a ninguna mujer desamparada frente a la desigualdad, la injusticia y la violencia”. Sin embargo, el camino para cumplir esta promesa no será sencillo, especialmente cuando el presupuesto para refugios especializados en violencia de género sufrió un recorte significativo en el Presupuesto de Egresos para 2025.
Los refugios: una tabla de salvación en riesgo
Las organizaciones no gubernamentales han sido históricamente el primer y último recurso para mujeres en situación de violencia extrema. Sin embargo, el recorte presupuestal afecta directamente su capacidad operativa.
Wendy Figueroa, directora general de la Red Nacional de Refugios, señala un aumento alarmante del 32% en llamadas de auxilio y del 18% en solicitudes de atención en refugios, mientras los recursos disminuyen. “De cada 10 mujeres que llegan con nosotros, más de la mitad ya habían acudido a instituciones gubernamentales donde no se les escuchó o se les revictimizó”, explica con preocupación.
Los refugios ofrecen algo más que un techo: son espacios de protección, atención médica, psicológica y legal. Para muchas mujeres, representan la única opción entre la vida y la muerte.
El reto de traducir promesas en acción
Aunque la creación de la Secretaría de las Mujeres es un paso alentador, los resultados tardarán en materializarse. Mientras tanto, cientos de mujeres enfrentan peligro inmediato. Las políticas públicas deben complementarse con un apoyo directo y sostenido a las organizaciones civiles, que están en primera línea enfrentando esta crisis.
La violencia de género no puede esperar. Los compromisos políticos deben reflejarse en acciones inmediatas:
- Fortalecer los refugios existentes. Asegurar el financiamiento suficiente para que operen al máximo de su capacidad.
- Crear mecanismos de seguimiento. Evaluar el impacto de la Secretaría de las Mujeres en la reducción de la violencia.
- Colaboración con la sociedad civil. Reconocer y fortalecer el papel de las ONG en el apoyo a las víctimas.
Conclusión: Urge un compromiso inquebrantable
La violencia contra las mujeres no es un problema menor ni opcional. Es una emergencia nacional. Las cifras de feminicidios y la falta de respuesta institucional efectiva requieren un compromiso que trascienda discursos y reformas estructurales.
El mensaje es claro: las mujeres no pueden esperar. Mientras se construyen nuevas políticas, deben garantizarse los recursos y herramientas para salvar vidas hoy.
Señora presidenta, como usted misma lo dijo: no dejemos a ninguna mujer desamparada. El tiempo apremia.
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