Las pruebas rápidas de VIH se han convertido en una herramienta muy importante para la detección temprana del virus desde los centros de salud, módulos móviles y organizaciones civiles que colaboran en conjunto para hacer llegar estas pruebas a toda la población.
De acuerdo con el médico internista, Juan Pablo Martín, el principal beneficio de estas pruebas es la rapidez y la accesibilidad, pues solo se requiere de una gota de sangre y entregan un resultado confiable en cuestión de minutos.
“La prueba inicia con una entrevista breve para explicar qué se va a hacer. Después se limpia la yema del dedo, se toma una gota de sangre y se deposita en el dispositivo. En ese momento empieza una reacción química que tarda entre diez y veinte minutos. Todo el proceso está diseñado para que la persona se sienta acompañada, informada y protegida”, dijo.
Para el especialista, este tipo de pruebas más allá de ser una herramienta diagnóstica, es una puerta para que muchas personas que viven con el virus sin saberlo, puedan acceder a un tratamiento oportuno y mejorar el pronóstico de la enfermedad.
“Mucha gente llega con miedo, pero se va con respuestas. A veces, lo que más alivia no es el resultado, sino el trato humano y la claridad con la que se explica lo que sigue. Sigue el temor a la enfermedad porque durante muchos años se ha asociado con la muerte, pero la realidad es que un paciente con VIH puede vivir hasta más tiempo que una persona con diabetes, siempre y cuando se lleve el tratamiento al pie de la letra”, explicó.
¿Cómo entregan el resultado y qué significa?
Una vez tomada la muestra, el personal de salud aguarda el tiempo necesario y llama a la persona a un espacio privado. La forma de comunicar el resultado es importante para que el paciente pueda procesar la información.
“Un resultado jamás debe entregarse como si fuera un trámite. Negativo o positivo, siempre debe haber una explicación completa, con lenguaje sencillo, sin juicios y con disponibilidad para resolver dudas”, dijo.
Si el resultado es negativo, se aclara el concepto de periodo de ventana, pues una exposición reciente puede no reflejarse de inmediato. Pero si la prueba resulta reactiva, se activa un protocolo de acompañamiento.
“Cuando aparece un resultado positivo, lo más importante es que la persona no se vaya sola. El personal debe guiarla paso a paso hacia la atención especializada. El sistema de salud tiene esa responsabilidad”, afirmó el internista.
¿Qué hacer ante un resultado positivo a VIH en un centro de salud?
Un resultado reactivo no es un diagnóstico final, pero sí el inicio formal del proceso de atención. En el sector público, ya sea en servicios estatales de salud, en módulos de detección o dentro del IMSS, el primer paso es la vinculación con consulta médica.
En centros de salud, el acompañamiento inicia de inmediato. El personal canaliza a la persona a medicina familiar, donde se emite una orden de atención con un especialista en infectología. Si la persona cuenta con Seguridad Social, la atención continúa dentro del IMSS; si no, es dirigida al Hospital General o a la unidad estatal correspondiente.
“Lo primero que le decimos al paciente es: no estás solo y hay un camino claro para atender esto. En consulta se inicia la valoración, se explica todo el proceso y se generan los estudios que nos permiten saber en qué momento del virus se encuentra la persona”.

Los estudios fundamentales: carga viral y CD4
El médico familiar o el infectólogo ordenan pruebas de laboratorio para evaluar la salud inmunológica. Entre ellas destacan la carga viral, que mide cuántas copias del virus hay en la sangre, y el conteo de CD4, que indica cuántas células defensivas tiene el organismo.
“Medir la carga viral es como contar cuántos enemigos hay en el cuerpo. No es un dato frío; es una herramienta que nos dice con qué urgencia debemos iniciar tratamiento”, explicó.
Estos estudios pueden tardar de dos semanas a un mes y medio, dependiendo de la disponibilidad de los laboratorios. Una vez listos, la persona regresa con el infectólogo, quien determina el tratamiento adecuado.
Inicio del tratamiento y seguimiento médico
Los tratamientos actuales son más simples y eficaces que nunca. En la mayoría de los casos, se reducen a una sola pastilla diaria tomada siempre a la misma hora.
“Los avances farmacológicos son tan importantes que hoy una persona con VIH puede tener una vida larga, plena y sin complicaciones, siempre que mantenga la adherencia al tratamiento”, comentó.
Tras la consulta, el paciente recibe tres recetas médicas para surtir mes con mes en la farmacia del IMSS o del sistema estatal. Después de los primeros tres meses, se programa una nueva cita con el infectólogo para revisar la evolución del tratamiento.
“El VIH no desaparece, pero podemos mantenerlo controlado. La constancia es fundamental. Es un proceso de por vida, sí, pero también es un proceso que permite vivir bien”, compartió.
Indetectable = Intransmisible: una realidad que cambia vidas
Uno de los conceptos más importantes en la atención moderna del VIH es que una persona en tratamiento, con carga viral indetectable por al menos seis meses, no transmite el virus por vía sexual.
“Cuando explicas que alguien indetectable no transmite el virus, ves cómo cambia su rostro. Es una liberación emocional enorme. La gente vuelve a pensar en su futuro, en su vida afectiva, en su familia. No es solo un dato médico; es recuperar la dignidad y la tranquilidad”, dijo.
En ese sentido, recordó la importancia de las pruebas rápidas para que el VIH deje de ser una sentencia y se convierta en una condición tratable. Pero para lograrlo, todo comienza con un acto cotidiano: hacerse la prueba.
“Hacerse la prueba es un acto de responsabilidad, pero también de autocuidado. El VIH no se previene con miedo, se previene con información. Y un diagnóstico temprano cambia la vida en el mejor sentido posible”, dijo.


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