A menos de un mes de haber asumido su segundo mandato, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha confirmado la imposición de un arancel del 25% a las importaciones de automóviles, incluyendo aquellas provenientes de México. Esta medida entrará en vigor el próximo 2 de abril de 2025, según declaraciones realizadas desde la Oficina Oval el 14 de febrero.
Trump justificó esta decisión argumentando la necesidad de proteger la industria automotriz estadounidense y reducir el déficit comercial. Sin embargo, esta acción ha generado preocupación en México, uno de los principales exportadores de vehículos a Estados Unidos. Empresas como Nissan, que exporta aproximadamente 320,000 vehículos anualmente desde sus plantas en México hacia el mercado estadounidense, han manifestado su inquietud. El presidente y CEO de Nissan, Makoto Uchida, indicó que estos aranceles podrían obligar a la compañía a reconsiderar su presencia en México.
Además de Nissan, otros fabricantes como Stellantis y Volkswagen también se verán afectados. Un análisis de Scope Ratings señala que estas empresas podrían enfrentar impactos significativos debido a su dependencia del mercado estadounidense y su producción en México.
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, abordó el tema en su conferencia matutina del 12 de febrero, indicando que el secretario de Relaciones Exteriores, Juan Ramón de la Fuente, y el secretario de Economía, Marcelo Ebrard Casaubón, están en comunicación con sus contrapartes estadounidenses para buscar soluciones diplomáticas. A pesar de estos esfuerzos, la incertidumbre persiste en la industria automotriz mexicana, que podría enfrentar una desaceleración en sus exportaciones y posibles pérdidas de empleo.
La imposición de estos aranceles también podría tener repercusiones en la economía estadounidense. Expertos advierten que los costos de los vehículos importados aumentarían para los consumidores y las empresas, lo que podría generar tensiones en el comercio global y afectar las cadenas de suministro.
En resumen, la decisión de la administración Trump de imponer nuevos aranceles a la industria automotriz plantea desafíos significativos para México y Estados Unidos, poniendo a prueba la resiliencia de las relaciones comerciales y la economía de ambos países.
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