La tarde del 10 de agosto, una intensa tormenta golpeó la capital mexicana, dejando al Aeropuerto Internacional Benito Juárez Ciudad de México (AICM) prácticamente paralizado. La lluvia, acompañada de escasa visibilidad y encharcamientos en las pistas, obligó a suspender operaciones aéreas por cerca de cuatro horas.
Durante ese lapso, 104 vuelos resultaron afectados, impactando a más de 14,000 pasajeros, muchos de los cuales quedaron varados en las terminales esperando una solución.
La tormenta que colapsó el drenaje del aeropuerto
El AICM informó que la intensidad de las precipitaciones fue atípica, superando la capacidad del sistema de drenaje pluvial. El agua no solo inundó las pistas, sino que también afectó zonas de las terminales, complicando la movilidad y seguridad.
Para enfrentar la emergencia, brigadas de mantenimiento y protección civil activaron motobombas de gran capacidad, logrando extraer el agua acumulada y permitir la reapertura de operaciones.
Medidas para evitar otro colapso
Fuentes del aeropuerto señalaron que se evaluará reforzar el sistema de drenaje y protocolos de respuesta ante lluvias extremas, un fenómeno que en los últimos años ha aumentado por el cambio climático.
Expertos en aviación advierten que la infraestructura aeroportuaria del AICM enfrenta un reto doble: atender el creciente tráfico aéreo y adaptarse a condiciones meteorológicas más severas.
Pasajeros entre la paciencia y la frustración
En redes sociales, las imágenes del agua cubriendo las pistas se volvieron virales. Algunos usuarios reconocieron la rápida respuesta de las cuadrillas, mientras que otros criticaron la falta de previsión.
Uno de los testimonios más compartidos fue el de Ana Lucía, quien debía viajar a Monterrey: “Nos dijeron que no podían garantizar aterrizajes seguros. Prefiero esperar en tierra que arriesgarme en el aire”.


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