La red de corrupción que vincula a España, México y Venezuela
La historia parece salida de una novela de espionaje, pero los documentos filtrados y las investigaciones periodísticas la han convertido en un escándalo real. La llamada trama de Koldo, que sacudió al gobierno español, extiende sus ramificaciones hasta México y el megaproyecto insignia del sexenio de Andrés Manuel López Obrador: el Tren Maya. Lo que parecía ser una negociación internacional legítima terminó derivando en acusaciones de sobornos, lavado de dinero y conexiones con mafias trasnacionales.
El viaje a México que abrió la puerta a los contratos
En febrero de 2019, tres personajes clave de la política española viajaron a México: José Luis Ábalos, entonces ministro de Fomento y mano derecha de Pedro Sánchez; Koldo García Izaguirre, su asesor y operador político; y Víctor de Aldama, un empresario con amplias conexiones. El objetivo de ese viaje no fue turístico: buscaban asegurar contratos millonarios del Tren Maya mediante sobornos.
Tras reuniones con altos funcionarios mexicanos, incluidos legisladores de Morena y el entonces secretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú, las constructoras españolas Acciona, Azvi e Ineco terminaron obteniendo jugosos contratos en la megaobra ferroviaria.
Sobornos para constructoras españolas en el Tren Maya
Según reveló el diario Reforma, los contratos no fueron resultado de competencia abierta, sino de gestiones secretas y pagos ilegales. La trama, encabezada por Víctor de Aldama, tejió una red de al menos 47 empresas en México, con conexiones que apuntaban a políticos locales y federales. De esta manera, compañías acostumbradas a “engrasar” proyectos públicos con sobornos lograron instalarse en uno de los proyectos de infraestructura más ambiciosos del país.
El agente venezolano detrás de la maraña financiera
El nombre que añade un giro de thriller a esta historia es el de Jorge Luis Brizuela Guevara, un empresario venezolano que se movía con soltura en la Riviera Maya y que, según filtraciones de la CIA y el FBI, era en realidad un espía al servicio del gobierno de Nicolás Maduro. Su identidad salió a la luz gracias a investigaciones periodísticas y a los Guacamaya Leaks, que lo vinculaban con mafias rumanas, narcotráfico, lavado de dinero y hasta terrorismo.
Brizuela utilizaba negocios inmobiliarios y clínicos como pantallas para mover capital ilícito. Una de sus empresas, Pronalab, se asoció directamente con Víctor de Aldama, lo que unió de manera formal la trama española con el entramado financiero venezolano en México.
México como epicentro de la corrupción internacional
El escándalo no quedó circunscrito a España. En México, el venezolano Brizuela se asentó en Cancún y Playa del Carmen desde 2011, aprovechando la riqueza de la región y sus contactos con políticos locales. Sus operaciones incluyeron bienes raíces, cuentas en Belice y Puerto Rico, y vínculos con gobiernos estatales.
En 2022 incluso fue investigado por el asesinato del empresario argentino Federico Mazzoni, ejecutado por sicarios en la Riviera Maya, lo que mostró que la red de corrupción no solo manejaba dinero, sino que también estaba conectada a la violencia criminal.
Una red que mezcla política, crimen y negocios
La trama de Koldo se transformó en un caso internacional porque unió intereses de políticos españoles, operadores financieros venezolanos y empresarios con nexos en México. El Tren Maya, concebido como motor de desarrollo para el sureste del país, terminó vinculado en informes de la Sedena, la CIA y el FBI con actividades ilícitas de escala global.
Las revelaciones apuntan a que el proyecto fue utilizado como puerta de entrada para mafias y constructoras acostumbradas a los sobornos, consolidando a México como un terreno fértil para redes de corrupción trasnacional.


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