La gigante española Iberdrola pone a la venta su portafolio renovable, marcando su retiro definitivo de la generación eléctrica en México. Conoce el impacto de esta decisión en la inversión y la soberanía energética
En un movimiento que reconfigura el mapa energético de México, la empresa española Iberdrola ha iniciado el proceso para vender sus 15 plantas de energía renovable restantes en el país. Esta decisión, gestionada por el banco Barclays, marca la salida completa de la compañía de la generación eléctrica nacional, culminando un periodo de tensas relaciones con el gobierno mexicano.
El gigante energético Iberdrola ha dado el paso final para concluir sus operaciones de generación en México. La compañía ha puesto en el mercado un paquete de 15 activos de energía limpia, que incluye parques eólicos y tres plantas solares, en una operación que podría superar los 4,000 millones de dólares.
Este movimiento estratégico se produce después de la monumental venta en 2024 de 13 de sus plantas de gas de ciclo combinado a un fideicomiso respaldado por el gobierno mexicano por aproximadamente 6,200 millones de dólares. Aquella transacción fue celebrada por el entonces gobierno como una «nueva nacionalización» del sector eléctrico, fortaleciendo el control de la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
Con la venta de su portafolio renovable, Iberdrola materializa su «retiro completo» del mercado de generación mexicano, un mercado en el que llegó a ser el principal productor privado.
El fin de una era y un mensaje a los inversionistas
La salida de Iberdrola es la crónica de un final anunciado. Durante años, la empresa fue uno de los principales blancos de la política energética del gobierno anterior, que buscaba revertir la reforma energética y devolver la hegemonía del mercado a la CFE. La constante presión regulatoria y el discurso político en su contra crearon un clima de negocios insostenible para la compañía.
La presidenta Claudia Sheinbaum ha mantenido una postura firme, declarando que empresas como Iberdrola «no entrarían como antes», aunque también ha afirmado que «no tendrían por qué retirarse del país» al existir, según ella, certeza jurídica.
«Esta idea de que Iberdrola entra como antes, pues no necesariamente». – Claudia Sheinbaum, Presidenta de México.
Sin embargo, la decisión de la empresa de desinvertir incluso en el sector de las energías renovables —considerado el futuro de la industria— envía un potente mensaje a la comunidad de inversionistas internacionales. La salida de un actor de este calibre puede ser interpretada como una señal de que el riesgo político y regulatorio en sectores estratégicos en México es demasiado alto, a pesar de las garantías verbales del gobierno.
¿Qué sigue para el sector energético mexicano?
La venta de estos activos abre interrogantes cruciales sobre el futuro de la inversión extranjera en el sector energético mexicano. ¿Quiénes serán los posibles compradores de estas 15 plantas? ¿Será nuevamente el Estado mexicano, a través de la CFE o un fideicomiso, quien adquiera los activos para consolidar su control? ¿O habrá apetito de otros actores privados a pesar del precedente sentado por Iberdrola?
La salida de la firma española cierra un capítulo importante en la historia energética de México y plantea un desafío para el nuevo gobierno: cómo atraer la inversión necesaria para la transición energética y el crecimiento del país, mientras se busca mantener la «soberanía» en el sector. La respuesta a este dilema definirá el panorama económico de México para los próximos años.


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