domingo, diciembre 21, 2025

Redes sociales: la aspiración que puede quebrar la salud mental de los jóvenes

En los últimos años, convertirse en creador de contenido dejó de ser un pasatiempo y se convirtió en una aspiración profesional para las nuevas generaciones. Redes como TikTok, Instagram y YouTube son vistas como una vía rápida para obtener ingresos, reconocimiento y oportunidades laborales, lo que ha construido una nueva idea de éxito ligada a la visibilidad digital.

Este fenómeno ha generado una competencia constante por destacar en el ramo. Publicar con frecuencia, mantenerse vigente y lograr interacción ya no es una opción, sino una exigencia para los jóvenes que buscan posicionarse en plataformas digitales. Sin embargo, esa presión no siempre se traduce en resultados inmediatos y, en muchos casos, produce frustración y desgaste emocional.

Especialistas en salud mental han advertido que el entorno digital puede amplificar sentimientos de insuficiencia, comparación y ansiedad prematura, especialmente entre jóvenes que aún construyen su identidad y su futuro profesional. 

La atención de estas nuevas generaciones ya no se centra únicamente en estudios o trabajo tradicional, sino en métricas como vistas, seguidores y comentarios.

El crecimiento en redes sociales se ha vuelto impredecible, marcado por algoritmos que favorecen ciertos contenidos y penalizan otros. Para quienes buscan consolidarse en este espacio, esta volatilidad puede representar incertidumbre económica y emocional, sobre todo cuando se invierte tiempo y recursos sin una garantía de retorno.

En ese sentido, las historias de esfuerzo, frustración y recuperación de jóvenes creadores revelan la otra cara de la industria digital: un camino donde la motivación va acompañada de la presión y donde muchos enfrentan caídas antes de lograr estabilidad emocional o encontrar un equilibrio entre la vida en línea y la vida fuera de la pantalla.

Caer para volver a empezar

Lissie Báez, de 22 años, empezó a crear contenido motivacional desde su habitación. Sin universidad y sin el apoyo inicial de sus padres, apostó por TikTok e Instagram con la convicción de que ahí estaba su futuro. Pero la realidad fue distinta a lo que imaginaba. Durante los primeros meses, el crecimiento no llegó y el entusiasmo chocó con la lógica del algoritmo, donde nada está garantizado.

“El primer año fue horrible. Veía a las influencers que sigo y sentía que nunca iba a ser como ellas. Honestamente, me comparaba todo el tiempo, incluso, en algunas ocasiones si lloraba por lo mismo. El tema que más me preocupaba era lo económico, porque le invertí en micrófonos, luces, tuve que remodelar mi cuarto porque es lo que usaba de set y ver que muy pocas personas reaccionaban a mis videos a pesar del esfuerzo, fue difícil porque sentí que estaba fallando”, dijo.

Pero esta presión se convirtió en depresión, misma que la orilló a dejar de grabar y pasó meses sin ideas para generar más contenidos. 

“Tuve días sin querer levantarme de la cama. Me preguntaba: ¿por qué yo no? ¿qué me falta? ¿qué estoy haciendo mal? De hecho, me daba vergüenza decir que quería ser creadora, porque hasta mi familia lo veía como un juego. No tenía título, no tenía trabajo, no tenía el respaldo de nadie. Me veía y decía: te la jugaste por algo que no estás logrando. Esa sensación de inutilidad sentía que me ahogaba todos los días”, recordó.

Sin embargo, para Lissie Báez la terapia marcó un punto de inflexión. Con acompañamiento profesional y formación adicional en marketing digital, empezó a reconstruirse personal y profesionalmente.

“En terapia entendí que nadie te enseña lo que hay detrás: lloras, te frustras, te desesperas. No era opción dejar las redes. Si te quedas abajo, pierdes. Yo decidí subir y tomé cursos; ahí aprendí a manejar la frustración”, dijo.

Hoy su contenido se enfoca en recomendaciones de lugares y experiencias locales. Ya colaboró con dos restaurantes y una cafetería. Su avance no ha sido acelerado, pero sí firme.“Las redes me tumbaron, pero también me enseñaron disciplina. No todo es fama. Hay que trabajar, no solo esperar likes. Tuve que entender que crecer lento no es fracasar”, expresó.

Cuando la presión digital rompe

A diferencia de Lissie, Alexandra Canul, de 25 años, sí siguió el camino tradicional. Estudió una carrera en Innovación Empresarial con la intención de emprender. Sin embargo, la posibilidad de monetizar en redes la atrajo. Abrió un canal de YouTube y posteriormente migró a TikTok, convencida de que sus habilidades académicas y técnicas le darían una ventaja.

Como muchos jóvenes, construyó una expectativa basada en el crecimiento rápido y el reconocimiento digital. No lo veía como un pasatiempo, sino como una ruta hacia la independencia y el éxito.

“Yo veía esas historias de gente que en meses ya vivía de redes con viajes, lujos, ropa y pensaba: yo tengo estudios, sé planear, sé editar, seguro lo lograré más fácil. Esa idea la tenía desde la pandemia. Pero no fue nada fácil”, compartió.

El golpe llegó temprano. Un error de edición distorsionó uno de sus videos y lo que pudo ser un tropiezo menor se convirtió en una ola de burlas. Comentarios sobre su voz, su apariencia y su forma de expresarse la colocaron en una exposición agresiva e inesperada.

“Se burlaron muchísimo. Comentarios sobre mi voz, mi cara, mi manera de hablar. Me decían que daba pena, que era ridícula. La gente en redes es mala. Y lo peor fue que tampoco tuve el apoyo de mi familia. Escuché cosas como: ‘¿con lo que estudiaste, y para esto?’. Sentí que me rompían en dos”, dijo.

La presión externa se mezcló con la interna. Alexandra quería demostrar que podía construir éxito fuera del esquema laboral tradicional. Pero la comparación constante y la falta de respaldo emocional incrementaron su ansiedad.

“Yo veía que mi mamá a mi edad ya tenía una casa, que mi hermana era superestable. Pensaba: no puedo quedarme atrás, necesito lograrlo ya. Eso te come por dentro y siento que me jugó en contra”, expresó.

Eventualmente, el desgaste emocional la obligó a detenerse. Hoy trabaja medio tiempo en un call center mientras intenta recuperarse.

“Dejé de grabar. No tenía fuerza mental para otro comentario. Me fui a un call center porque tampoco tengo experiencia en mi carrera. Sé que este no es mi sueño, pero necesitaba dinero para vivir, para sentirme útil sin que la gente opinara de mí. Sí me gustaría intentarlo otra vez porque las redes son el futuro, pero no me siento lista. Quizás no es el momento”, comentó.

 LA SALUD MENTAL MÁS ALLÁ DEL ALGORITMO

La psicóloga Alim Yam, especialista en terapia infantil y juvenil, advirtió que las redes sociales han acelerado un fenómeno delicado y que ha sido estudiado durante muchos años: la construcción de identidad basada en validación externa.

“Los jóvenes ya no se preguntan quién quieren ser, sino cómo quieren ser vistos y, cuando su valor depende de cifras, likes, vistas, seguidores, la autoestima se vuelve frágil y vulnerable”, dijo.

Yam explicó que el problema no radica únicamente en el uso de redes, sino en la falta de herramientas emocionales para procesar la comparación constante, la frustración y la presión social que parte desde el hogar.

“Las redes amplifican la sensación de insuficiencia. El mensaje es que, si no destacas, no existes. Y para un adolescente o joven adulto que todavía está construyendo su identidad, eso puede ser devastador”, comentó.

La psicóloga detalló que, aunque suele hablarse del riesgo de suicidio ligado a redes sociales, no es la ausencia de interacción digital lo que lleva a estos extremos, sino otra dinámica que en parte está influenciada por las mismas redes. 

“No es que un joven piense: ‘no tengo likes, me voy a quitar la vida’. Eso es una simplificación peligrosa. Lo que vemos con más frecuencia y de lo que hemos escuchado en las noticias, son casos relacionados a conductas de riesgo asociadas a retos virales o intentos de pertenecer. Ahí sí hay jóvenes que ponen su vida en peligro por ganar esta aceptación”, dijo. 

Agregó que los casos de suicidio registrados actualmente en el país tienen un perfil distinto en el que las nuevas generaciones no están involucradas. 

“El incremento de suicidios no está en los adolescentes por redes sociales. La mayor incidencia está en adultos jóvenes y adultos mayores, y está asociada a factores económicos, estrés crónico, duelos, soledad y crisis personales. No podemos culpar a TikTok de una problemática que es mucho más profunda y estructural”, dijo.

Sin embargo, advirtió que el sufrimiento emocional en jóvenes creadores sí es real y puede escalar si no se atiende.

“Lo que sí vemos en estas generaciones es ansiedad prematura, depresión, insomnio, ataques de pánico, baja autoestima y sensación de fracaso constante. La mente empieza a agotarse tratando de alcanzar una meta que parece no llegar nunca”, comentó.

Como parte de sus recomendaciones, la psicóloga explicó que no se trata de prohibir las redes sociales, sino de educar emocionalmente a las nuevas generaciones.

“Las redes no son el enemigo. La falta de límites, de estructura emocional y de acompañamiento sí lo es. Necesitamos reorientar la enseñanza de los jóvenes que su valor no se mide en seguidores y que la vida real también merece tiempo, espacio y reconocimiento. Es una enseñanza que comienza desde el hogar, escuchando y orientando, teniendo comunicación con ellos”, subrayó.

SEÑALES DE ALERTA EMOCIONAL PARA JÓVENES CREADORES

  • Ansiedad al grabar o publicar
  • Insomnio o cansancio constante
  • Pensamientos de insuficiencia
  • Aislamiento social
  • Dependencia del celular para “sentirte bien”
  • Miedo persistente a ser criticado
  • Llorar o frustrarse con frecuencia por estadísticas

HERRAMIENTAS PARA CUIDAR LA SALUD MENTAL EN REDES

  • Terapia psicológica o consejería emocional
  • Desintoxicaciones digitales periódicas
  • Meditación o ejercicios de respiración
  • Diario personal para procesar emociones
  • Actividad física regular
  • Rodearte de amistades fuera de redes
  • Consumo consciente de contenido (no todo es real)

 BUENAS PRÁCTICAS PARA CRECER SIN DESTRUIRTE

  • Planifica tu contenido, no improvises todo
  • Aprende de analítica y storytelling
  • Forma una comunidad, no solo una audiencia
  • Cuida tu autenticidad; no copies tendencias a la fuerza
  • Colabora con otros creadores de tu mismo nivel
  • Capacítate: edición, marketing, escritura, voz

SI TIENES QUE PAUSAR, RECUERDA

  • No es fracaso: es autocuidado
  • La salud está primero
  • Las redes siempre siguen ahí
  • Reiniciar también es parte del camino
  • Pide ayuda si te sientes rebasado

 

 

Paco Marín
Paco Marín
Paco Marín es un periodista egresado en Comunicación y Periodismo por la Universidad Latinoamericana. Su experiencia abarca una amplia gama de temas críticos como salud, política, medio ambiente, infraestructura y educación, lo que le confiere un conocimiento diverso y una perspectiva integral en sus contribuciones. Su formación académica y experiencia práctica fortalecen la fiabilidad y experticia del contenido que genera.
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