En un contexto donde la seguridad pública se ha vuelto una prioridad estratégica para gobiernos y ciudadanos, Quintana Roo ha volteado a ver a Torreón, Coahuila, como un modelo para ser estudiado. Este jueves, el comisario Alfredo Flores Originales, director de la Policía de Torreón, sostuvo un encuentro con James Tobin, coordinador de la Mesa Ciudadana de Seguridad y Justicia de Quintana Roo, con el objetivo de conocer a profundidad el modelo de seguridad que ha llevado a Torreón a figurar entre las ciudades más seguras del país.
Durante la reunión, celebrada en las instalaciones del moderno centro de monitoreo de Torreón, se detallaron los pilares que sostienen este esquema de seguridad: proximidad, prevención, inteligencia y fuerza. A ello se suma una inversión sostenida en tecnología de videovigilancia, con arcos de seguridad, cámaras distribuidas en puntos estratégicos y patrullas equipadas para transmitir en tiempo real.
James Tobin manifestó su interés en replicar algunas de estas estrategias, particularmente aquellas relacionadas con la inteligencia y la colaboración entre corporaciones. Destacó que en Quintana Roo existe una preocupación creciente por delitos como la extorsión y el fraude, que afecta principalmente al sector empresarial.
¿Cómo anda Torreón en seguridad?
De acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), hasta abril de 2025, Torreón ha logrado mantener una baja en delitos de alto impacto. En el primer cuatrimestre del año, la ciudad registró una tasa de apenas 3.1 homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes, muy por debajo del promedio nacional. Además, los delitos patrimoniales, como robo a casa habitación y robo a negocio, también muestran una tendencia a la baja del 18% respecto al mismo periodo de 2024.
Este escenario contrasta con lo reportado en Quintana Roo, donde destinos como Cancún y Playa del Carmen han registrado un incremento en denuncias por extorsión y fraudes, lo cual ha inquietado al sector turístico y empresarial.
La propuesta de implementar elementos del modelo coahuilense en el Caribe mexicano no implicaría una copia literal, sino una adaptación a las condiciones locales. Este acercamiento abre la puerta a una colaboración más estrecha entre dos regiones que, aunque separadas geográficamente, comparten una preocupación común: garantizar la seguridad de sus ciudadanos.
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