El amanecer en la colonia Guadalupe Inn, en la Ciudad de México, trajo consigo algo más que la rutina de un martes cualquiera. Frente a las oficinas centrales del IMSS Bienestar, un grupo de trabajadores provenientes de Guerrero levantó pancartas, cerró los accesos y aseguró que no se movería “hasta tener soluciones reales”.
Lo que comenzó como una petición formal por plazas de base y pago de bonos atrasados se transformó en una protesta que simboliza el hartazgo de cientos de empleados del sistema de salud.
“Nos han hecho firmar minutas desde enero y nada cambia”, expresó uno de los manifestantes, que lleva más de una década trabajando bajo contrato temporal.
“Queremos compromisos firmados, no promesas”
El reclamo central gira en torno a la basificación de 10 trabajadores que, según el IMSS Bienestar, “no cumplen con los requisitos legales”. Sin embargo, los inconformes aseguran que la falta de cumplimiento obedece a errores del propio sistema y no a fallas de los empleados.
Con lonas colgadas en los muros del edificio de Gustavo E. Campa número 54, los trabajadores advierten que no liberarán las oficinas hasta que exista “un compromiso firmado”. “No es un capricho —explican—, es una exigencia justa después de años de promesas incumplidas y precariedad laboral”.
IMSS Bienestar responde, pero el diálogo se complica
En una tarjeta informativa, el organismo aseguró que mantiene su disposición al diálogo y que incluso se estableció una mesa de trabajo el lunes anterior. Sin embargo, el encuentro se rompió cuando los trabajadores consideraron que las autoridades “no mostraron voluntad real”.
El candado volvió a las puertas del edificio, marcando una nueva pausa en la negociación.
“Nos piden liberar el inmueble para escucharnos, pero ya nos han escuchado demasiadas veces sin resultados”, dijo otro trabajador con evidente frustración.
Detrás de la protesta: años de precariedad y promesas rotas
El conflicto del IMSS Bienestar no es un hecho aislado. Representa una crisis estructural del sistema de salud pública mexicana, donde miles de trabajadores continúan sin certeza laboral, sin prestaciones y con retrasos en los pagos de bonos desde 2024.
Los manifestantes aseguran que la falta de basificación impide acceder a servicios de salud, créditos o estabilidad económica.
“Atendemos a los más vulnerables del país, pero nosotros seguimos siendo trabajadores de segunda”, lamentan.
El organismo, por su parte, sostiene que la regularización de plazas se realiza conforme a los lineamientos legales y que cualquier cambio depende de la Secretaría de Salud federal y del Órgano Interno de Control.
Lo que está en juego
Mientras la protesta continúa, las oficinas del IMSS Bienestar permanecen cerradas y las tensiones aumentan. Lo que está en juego no es solo la basificación de diez trabajadores, sino la credibilidad de un sistema que busca consolidarse como el eje de la atención médica universal en México.
La historia sigue abierta, y cada día sin diálogo efectivo representa una herida más en el sistema de salud pública y en la confianza de quienes lo sostienen desde dentro.


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