Un panorama de abundancia hídrica
Las presas de Michoacán alcanzaron un promedio de almacenamiento del 90.4%, según informó el delegado federal de la Conagua, Roberto Arias. El estado cuenta con 24 embalses ubicados en las regiones Lerma y Balsas, y hasta el momento no ha sido necesario realizar desfogues controlados, pese a que todavía queda al menos un mes de lluvias intensas, de acuerdo con el pronóstico del Servicio Meteorológico Nacional.
Entre las presas que ya se encuentran al 100% de su capacidad están Malpaís, Melchor Ocampo, Tercer Mundo, Los Olivos, Zicuirán, Chilatán, Agostitlán, Pucuato, Sabaneta y Francisco J. Múgica.
Vigilancia especial en la presa de Cointzio
La coordinadora de la Comisión Estatal del Agua y Gestión de Cuencas (Ceac), Olivia Cázares, señaló que la presa de Cointzio, ubicada en las inmediaciones de Morelia, registra un nivel del 91.4%.
Por ahora no se prevén desfogues preventivos, aunque la presa se mantiene bajo vigilancia permanente, ya que la capital michoacana se encuentra en la parte baja de este embalse. Un eventual desborde podría ocasionar inundaciones de gran magnitud y afectar tanto a viviendas como a infraestructura urbana.
En contraste, la presa Francisco J. Múgica presenta un desfogue natural, lo que reduce el riesgo inmediato de sobrecarga.
Pronósticos para octubre: lluvias y huracanes
El panorama hídrico de Michoacán podría complicarse en las próximas semanas. Según la Conagua, octubre traerá consigo nuevos huracanes y tormentas que podrían incrementar aún más los niveles de almacenamiento.
De ser necesario, se aplicarían desfogues controlados, especialmente en la presa de Cointzio, para prevenir emergencias en la capital y en comunidades cercanas. La dependencia subrayó que el monitoreo será constante y que se informará oportunamente a la población en caso de tomar medidas preventivas.
Beneficios y riesgos del exceso de agua
La abundancia de lluvias desde mayo ha permitido que los niveles de las presas se encuentren en su máximo histórico en varias regiones. Esto representa un beneficio para actividades como la agricultura y el abastecimiento de agua potable.
No obstante, también ha generado afectaciones en cultivos, particularmente en el bajío michoacano, donde las inundaciones han provocado pérdidas económicas significativas a los productores.
El exceso de agua en suelos agrícolas no solo daña las cosechas, sino que también favorece la aparición de plagas y enfermedades que complican la recuperación del sector.
Municipios con problemas históricos de escasez
Paradójicamente, mientras varias presas están al borde de su capacidad, existen municipios que enfrentan una escasez histórica de agua. Entre ellos se encuentran San Lucas, Nocupétaro, Turicato, Tuzantla y Susupuato, donde los problemas de acceso al líquido persisten pese al incremento general de precipitaciones.
La Conagua advirtió que esta situación refleja la desigual distribución de recursos hídricos en el estado, lo que obliga a diseñar políticas públicas de largo plazo enfocadas en garantizar abastecimiento equitativo y sustentable.
Una gestión clave frente al cambio climático
Expertos señalan que el manejo adecuado de las presas se ha vuelto aún más relevante en el contexto del cambio climático, que intensifica fenómenos extremos como lluvias torrenciales y sequías prolongadas.
La capacidad de las autoridades para equilibrar el almacenamiento, los desfogues preventivos y el abasto a la población determinará en gran medida el impacto de esta temporada de lluvias.
El caso de Michoacán es un ejemplo de los retos estructurales en la gestión del agua: mientras unas regiones enfrentan riesgos de inundación, otras siguen padeciendo la falta del recurso.
El nivel de 90.4% de almacenamiento en las presas de Michoacán refleja tanto las bondades como los riesgos de una temporada de lluvias abundante. Aunque no se prevén desfogues inmediatos, las próximas semanas serán determinantes ante la posibilidad de huracanes y tormentas adicionales.
El reto será mantener un equilibrio hídrico que permita aprovechar el agua disponible para la agricultura y el consumo humano, sin poner en riesgo a comunidades vulnerables por posibles inundaciones. Paralelamente, la atención a los municipios con escasez crónica de agua debe seguir siendo prioridad en la agenda estatal y federal.


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