La ballena gris, una de las especies marinas más emblemáticas del Pacífico Norteamericano, atraviesa un periodo crítico que preocupa a la comunidad científica internacional. En una carta abierta, los biólogos Jorge Urbán (México), James Darling (Canadá) y Steven Swartz (Estados Unidos) pidieron medidas inmediatas para garantizar la conservación de esta especie, cuya población ha caído de manera alarmante en la última década.
Una caída poblacional sin precedentes
De acuerdo con los especialistas, la población de ballenas grises en el Pacífico Norte pasó de 27 mil ejemplares hace diez años a apenas 13 mil en la actualidad. Este descenso equivale a una pérdida de más del 50% en una sola década, lo que coloca a la especie en una situación de alta vulnerabilidad.
Los primeros indicios de la crisis surgieron en 2018, cuando investigadores mexicanos detectaron menos hembras con crías, un aumento de ballenas en mal estado nutricional y más casos de varamientos en las costas de la península de Baja California, uno de los principales santuarios de reproducción de la especie.
Declaración de un “evento de mortalidad inusual”
La situación empeoró en 2019, cuando los varamientos de ballenas grises aumentaron de manera significativa en toda su zona de distribución a lo largo de las costas del Pacífico Norteamericano. Esto llevó a la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA) a declarar un “evento de mortalidad inusual”, figura que reconoce episodios de mortalidad masiva fuera de lo común.
Aunque en 2023 se consideró que el evento había concluido, las cifras de la NOAA revelan que el problema persiste. Según la agencia, la población de ballenas pasó de 26,960 ejemplares en 2015-2016 a apenas 12,950 en la temporada 2024-2025, confirmando una tendencia de declive continuo.
El impacto del cambio climático en el Ártico
Los biólogos explican que uno de los factores clave detrás de esta crisis es el cambio climático en el Ártico, región donde las ballenas grises encuentran su principal fuente de alimento. El calentamiento global está modificando la disponibilidad de especies presas, como pequeños crustáceos y otros organismos bentónicos, lo que obliga a las ballenas a enfrentar condiciones sin precedentes.
Al tener que adaptarse a una reducción en la disponibilidad de alimento, muchas ballenas llegan desnutridas a sus áreas de reproducción, lo que afecta directamente su capacidad para sobrevivir y reproducirse. Esta situación incrementa el riesgo de mortalidad y compromete el futuro de la población.
Llamado a organismos internacionales
Ante este panorama, Urbán, Darling y Swartz exhortaron al Comité Científico de la Comisión Ballenera Internacional (CBI) a realizar una revisión integral de la situación de la ballena gris. Los expertos consideran que, con base en la evidencia, esta especie debe ser catalogada como altamente vulnerable, lo que justificaría la implementación de estrategias de protección reforzadas.
Asimismo, solicitaron a la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y a otras agencias internacionales que reevalúen el estado de protección de la ballena gris y promuevan acciones coordinadas entre México, Estados Unidos y Canadá para frenar su declive.
La importancia de conservar la ballena gris
La ballena gris no solo es un ícono de los ecosistemas marinos del Pacífico Norte, sino también una especie clave para el equilibrio ecológico y un motor del turismo de avistamiento, actividad que beneficia a comunidades costeras en Baja California, Oregón, Washington y la Columbia Británica.
Su desaparición tendría consecuencias ecológicas y socioeconómicas significativas, ya que representa un vínculo directo entre la salud de los océanos y la economía local. Por ello, la comunidad científica insiste en que la conservación de la ballena gris debe ser tratada como una prioridad internacional.
Una llamada de atención urgente
El alarmante descenso en la población de ballenas grises refleja el impacto de la crisis climática y ambiental sobre la biodiversidad marina. Los expertos coinciden en que el futuro de esta especie depende de la capacidad de los gobiernos y organismos internacionales para tomar decisiones rápidas y coordinadas.
El llamado de los biólogos de México, Estados Unidos y Canadá no solo busca proteger a la ballena gris, sino también recordar que su declive es un indicador del deterioro de los océanos, ecosistemas esenciales para la vida en la Tierra.


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