La madrugada del lunes 16 de diciembre, el exlíder del Cártel del Golfo, Osiel Cárdenas Guillén, también conocido como El Mata Amigos, fue deportado a México desde Estados Unidos. Autoridades mexicanas lo ingresaron al penal de máxima seguridad del Altiplano, ubicado en el Estado de México, para enfrentar cargos por homicidio calificado y delincuencia organizada y delitos contra la salud.
El operativo de entrega se llevó a cabo sin contratiempos. Elementos del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE-ERO) concretaron la deportación a las 9:25 de la mañana. Poco después, a las 5:35 am, el capo quedó oficialmente bajo custodia en el Centro Federal de Reinserción Social (Cefereso) No. 1.
Procesos reactivados y un futuro tras las rejas
El regreso de Cárdenas Guillén reabre siete procesos penales en su contra, incluyendo:
- Operaciones con recursos de procedencia ilícita.
- Portación de armas de uso exclusivo del Ejército.
- Posesión de cartuchos prohibidos.
De acuerdo con la Fiscalía General de la República (FGR), las órdenes de aprehensión acumuladas podrían sumar penas de hasta 730 años de prisión. Este cálculo incluye tanto las acusaciones previas como los cargos reactivados por su reingreso al sistema judicial mexicano.
El ascenso y caída del «Mata Amigos»
¿Quién es Osiel Cárdenas Guillén?
Originario de Tamaulipas, Osiel Cárdenas se convirtió en una figura central del narcotráfico en la década de los 90. Bajo su liderazgo, el Cártel del Golfo se consolidó como una de las organizaciones criminales más poderosas de México, pero su mayor legado fue la creación de Los Zetas, el brazo armado que se transformó en un cártel independiente y sanguinario.
Apodado El Mata Amigos, Osiel se ganó ese nombre tras asesinar a Salvador Gómez Herrera, uno de sus principales aliados, en 1999, como parte de su estrategia para consolidar el control absoluto del Cártel del Golfo.
Su captura y extradición
En marzo de 2003, Cárdenas Guillén fue capturado en Matamoros, Tamaulipas, por elementos del Ejército Mexicano. Sin embargo, su extradición en 2007 a Estados Unidos marcó un cambio en su destino.
Ya en territorio estadounidense, enfrentó múltiples cargos relacionados con el narcotráfico. Finalmente, en 2010, fue sentenciado a 25 años de prisión, aunque alcanzó un acuerdo con las autoridades para reducir su condena en intercambio por información clave sobre el funcionamiento del narcotráfico transnacional.
Las operaciones del Cártel del Golfo en Estados Unidos
En la cúspide de su poder, el Cártel del Golfo liderado por Osiel generaba ingresos millonarios. Un reporte del FBI detalla que, en 2001, la organización acumuló ganancias de 41 millones de dólares en tan solo tres meses y medio en Atlanta, Georgia.
El alcance del cártel no se limitó al tráfico de drogas, también incluyó operaciones de lavado de dinero y redes de distribución que involucraban a socios en múltiples países.
Amenazas a la DEA y el FBI
Uno de los episodios más recordados dentro de su historial criminal ocurrió en 1999, cuando Cárdenas Guillén amenazó con armas a agentes de la DEA y el FBI en Matamoros. Este incidente consolidó su reputación como un líder temido y peligroso, dispuesto a desafiar a cualquier autoridad.
Impacto de su regreso en la lucha contra el narcotráfico
El traslado de Osiel Cárdenas Guillén al Altiplano representa un movimiento simbólico en el combate al crimen organizado. Sin embargo, expertos en seguridad advierten que su regreso podría reactivar viejas alianzas o incluso conflictos internos dentro de las estructuras criminales.
Un legado violento que sigue vigente
Aunque Osiel ha estado fuera de circulación durante dos décadas, las organizaciones criminales que ayudó a construir, como Los Zetas, han dejado un rastro de violencia en México.
Su extradición y deportación reflejan la importancia de la cooperación binacional en la lucha contra el narcotráfico. Sin embargo, queda por verse si su captura influirá en la disminución de las actividades delictivas de las redes que alguna vez lideró.
Justicia tardía pero necesaria
La deportación de Osiel Cárdenas Guillén y su ingreso al Altiplano subrayan la importancia acerca de la rendición de cuentas en el combate al crimen organizado. Su caso demuestra que, aunque la justicia puede tardar, no olvida.
Ahora, el desafío para México radica en asegurar que su reclusión no sea solo un gesto simbólico, sino un paso significativo para desmantelar las redes del narcotráfico que siguen operando.
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