Desde los primeros asentamientos humanos, la migración ha sido una constante. Es el motor de la evolución cultural, la base del mestizaje y la construcción de los pueblos. Sin embargo, en el contexto actual, la movilidad humana no siempre es un derecho pleno, sino una necesidad imperiosa dictada por la pobreza, la inseguridad y la desigualdad.
La llegada de Donald Trump a su segundo mandato presidencial ha encendido alarmas, no solo en México, sino en toda la región. Su postura incendiaria contra los migrantes, acompañada de políticas restrictivas, exige que México tome decisiones estratégicas para proteger a las personas migrantes y gestionar el impacto en su territorio.
Desde Tapachula, #Chiapas, pese a las advertencias de deportaciones masivas, restricciones y vigilancia, miles de migrantes partieron hacia #EU: la primera caravana que busca llegar en la segunda presidencia de Donald Trump
— El Financiero (@ElFinanciero_Mx) January 21, 2025
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Una frontera bajo presión: la urgencia de anticiparse
La amenaza de políticas agresivas ha llevado a miles de migrantes a intentar cruzar la frontera antes del 20 de enero, fecha de la toma de posesión de Trump. Esta situación ha desbordado los albergues fronterizos y puesto a prueba la capacidad de las autoridades locales y federales.
- Aumento en las repatriaciones: Se espera un incremento masivo en las deportaciones, lo que exige preparación inmediata en logística, alojamiento y apoyo psicológico.
- Tránsito de migrantes internacionales: México sigue siendo un puente para quienes buscan mejores oportunidades en Estados Unidos, lo que añade complejidad al manejo de la crisis.
¿Estamos preparados? Las piezas clave del tablero
Para enfrentar este desafío, es esencial contar con liderazgo efectivo en dos posiciones clave:
1. El Instituto Nacional de Migración (INM):
La responsabilidad recae en el comisionado del INM, quien coordina las acciones relacionadas con repatriaciones, traslados y custodia. Sin embargo, la continuidad de Francisco Garduño o la asunción de Sergio Salomón no ha sido claramente definida, lo que genera incertidumbre en un momento crítico.
2. La Embajada de México en Washington:
Esteban Moctezuma, actual embajador, ha mantenido un perfil bajo en las reuniones de coordinación con consulados. Su rol es fundamental para fortalecer el diálogo bilateral y garantizar una representación sólida de los intereses mexicanos.
Estrategia conjunta: más allá de la política migratoria
El reto migratorio no puede abordarse de manera aislada. México necesita implementar una estrategia integral que contemple:
- Coordinación interinstitucional: Involucrar a todos los niveles de gobierno, desde los municipios fronterizos hasta las secretarías federales.
- Diplomacia activa: Reforzar el diálogo con Estados Unidos para establecer acuerdos que prioricen los derechos humanos y la estabilidad regional.
- Protección de derechos humanos: Garantizar que las personas migrantes, repatriadas o en tránsito, reciban un trato digno y acceso a servicios básicos.
- Participación social: Incluir a organizaciones de la sociedad civil en la planeación y ejecución de acciones.
Diplomacia y visión a largo plazo
La cuestión migratoria no es un fenómeno pasajero. Frente a un panorama global de creciente desigualdad y políticas restrictivas, México debe ejercer una diplomacia de altura que promueva la cooperación y el respeto mutuo con Estados Unidos.
No se trata de actuar con estridencia, sino con inteligencia estratégica. La clave está en combinar el cumplimiento de la ley con un enfoque humanitario, garantizando la dignidad de quienes se ven obligados a migrar.
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