El consumo de refrescos en México continúa siendo uno de los más altos del mundo. Según cifras oficiales, cada persona ingiere en promedio 166 litros al año, lo que coloca al país en los primeros lugares globales en esta categoría.
Este hábito, lejos de ser una simple preferencia, se ha convertido en un problema de salud pública. La Secretaría de Salud señala que estas bebidas están vinculadas directamente con padecimientos como diabetes, obesidad e hipertensión, que afectan a millones de mexicanos.
Ante esta situación, el Gobierno Federal anunció un incremento del 87 % en el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) para bebidas azucaradas a partir de 2026. Esto significará que un refresco de 600 mililitros costará al menos un peso más.
El gasto mensual en refrescos según Inegi
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares del Inegi, los mexicanos destinan en promedio 37.7 % de sus ingresos mensuales a alimentos, bebidas y tabaco.
Con un ingreso aproximado de 25 mil 955 pesos al mes, las familias gastan 5 mil 994 pesos en ese rubro, y una parte significativa corresponde al consumo de refrescos y bebidas azucaradas.
Este nivel de gasto refleja no solo la importancia cultural de estas bebidas, sino también la dependencia que se ha generado en torno a ellas. En comunidades donde el acceso a agua potable es limitado, el refresco se ha convertido en una de las principales fuentes de hidratación, pese a sus consecuencias negativas.
Expertos en salud estiman que los llamados “impuestos saludables” podrían reducir el consumo hasta en un 7 % durante los primeros dos años de aplicación. Sin embargo, subrayan que la medida deberá ir acompañada de campañas de educación nutricional y acceso a alternativas más saludables.


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