El 5 de noviembre se convirtió en un día oscuro para la democracia en América del Norte, con eventos en México y Estados Unidos que están redefiniendo el futuro de ambas naciones. En México, la Suprema Corte sufrió un golpe letal a su independencia. Con la sumisión del ministro Pérez Dayán, el último dique de contención frente al tsunami legislativo ha caído. En Estados Unidos, Donald Trump ha logrado un retorno inesperado y arrollador a la presidencia, lo que plantea nuevas incertidumbres a nivel global. Así, en un solo día, México y Estados Unidos dieron un giro hacia la concentración de poder y la vulnerabilidad democrática.
La caída de la Suprema Corte en México: fin de un contrapeso fundamental
La reforma judicial en México, que permite la elección popular de jueces y magistrados en 2025 y 2026, quedó intacta. Con la falta de una mayoría calificada en la votación de los ministros de la Suprema Corte, la vía para la elección de jueces leales al régimen está abierta. Para muchos, esto representa un cambio arriesgado y sin precedentes en la estructura judicial del país, pues marca el inicio de un sistema judicial basado en lealtades políticas y no en la experiencia o imparcialidad de los jueces.
Además, el riesgo no solo radica en la designación de jueces a través de procesos electorales; el cambio más peligroso está en la eliminación de los recursos de defensa contra futuras reformas constitucionales. Esta medida podría permitir a la coalición gobernante modificar la Constitución sin procesos legislativos, sin necesidad de una mayoría calificada y sin riesgo de ser impugnada. Con este cambio, México queda sin un contrapeso efectivo que pueda frenar reformas radicales que amenacen los derechos ciudadanos.
Trump de regreso: un desafío para la democracia estadounidense
Ese mismo día, en Estados Unidos, Trump fue electo nuevamente presidente, logrando una aplastante victoria. Lo sorprendente no fue solo su triunfo, sino el respaldo que logró entre grupos demográficos que históricamente habían sido reticentes a sus políticas: latinos, indígenas e incluso mujeres. A pesar de sus declaraciones misóginas, sus enfrentamientos legales y sus constantes insultos, Trump ha vuelto al poder con una gran mayoría. Su victoria plantea nuevas preguntas sobre el tipo de sociedad que Estados Unidos quiere ser y la dirección que tomará en su relación con el mundo.
La influencia de Trump no solo tiene un impacto en la política interna estadounidense, sino que sus políticas proteccionistas, sus amenazas de deportaciones masivas y su promesa de “limpiar” el sistema judicial podrían significar nuevos problemas para México y para los migrantes que buscan una vida mejor en Estados Unidos.
La normalización del autoritarismo en México y Estados Unidos
Mientras algunos celebran estos cambios como una forma de “limpiar el sistema” en ambas naciones, la realidad es que tanto México como Estados Unidos se dirigen hacia modelos de gobierno que concentran el poder en manos de un solo grupo, sin posibilidad de disenso. En México, la aceptación de la reforma judicial ha sido justificada como un medio para evitar una “crisis constitucional mayor”. Sin embargo, el costo ha sido alto: la desaparición de la autonomía judicial y la entrega de la Suprema Corte a los intereses políticos de la coalición gobernante.
En Estados Unidos, el estilo autoritario de Trump ha sido interpretado como una muestra de “fortaleza”. Sin embargo, su regreso podría significar más que una simple victoria política. La sociedad estadounidense se enfrenta a un líder cuya conexión con los valores democráticos es cuestionable, y que durante su primer mandato mostró una tendencia a ignorar las reglas y procedimientos tradicionales de gobierno en favor de una visión más personalista.
La concentración de poder y sus consecuencias
La combinación de estos eventos crea un escenario donde ambos países parecen alejarse de los principios democráticos que en su momento los caracterizaron. México ha perdido a su último contrapeso en la Corte, mientras que en Estados Unidos, el regreso de Trump plantea un enfoque de gobierno donde la legalidad y la justicia parecen pasar a un segundo plano.
El problema con la concentración de poder es que, a corto plazo, puede parecer una solución sencilla para implementar políticas y “resolver” problemas, pero en realidad, elimina la diversidad de voces y los procesos que protegen los derechos ciudadanos. Cuando se concentra el poder en un solo líder o en un grupo dominante, las salvaguardas democráticas desaparecen y los ciudadanos quedan expuestos a decisiones que pueden afectarlos de manera irreversible.
¿Qué sigue para México y Estados Unidos?
El camino que sigue es complicado para México. Con una Suprema Corte despojada de su independencia, el gobierno actual tiene vía libre para modificar la Constitución sin restricciones ni oposiciones. La posibilidad de cambiar el sistema judicial, los derechos ciudadanos y el equilibrio de poderes sin oposición alguna deja a la sociedad mexicana en un estado de indefensión. Además, se prevé que el sistema electoral para jueces genere conflictos y corrupción, donde los jueces ya no respondan a la justicia, sino a los intereses de quienes los eligieron.
Por otro lado, la victoria de Trump significa que su estilo político regresa con más fuerza, respaldado por un electorado en Estados Unidos que no solo lo apoya, sino que comparte su visión. Esto plantea retos para los migrantes mexicanos, para los acuerdos comerciales como el T-MEC y para la estabilidad en la relación bilateral. México se enfrenta a la posibilidad de políticas más estrictas en migración y comercio, lo que podría golpear su economía y afectar a miles de familias.
La resistencia de quienes defendieron la democracia
A pesar de estos cambios, es importante recordar a quienes intentaron frenar estas tendencias autoritarias. En México, siete ministros buscaron preservar la independencia judicial, aunque sin éxito. En Estados Unidos, varios republicanos alertaron sobre el peligro de Trump, incluso sacrificando su propio futuro político. Estos actos de resistencia demuestran que, aunque el poder se concentre en unas pocas manos, siempre hay quienes están dispuestos a defender los valores democráticos, aunque las circunstancias sean adversas.
El costo de la democracia en tiempos de autoritarismo
La pérdida de contrapesos y el avance de liderazgos autoritarios marcan un momento crítico para la democracia en México y Estados Unidos. La combinación del regreso de Trump y la sumisión de la Suprema Corte en México son señales de alerta que deben ser tomadas en serio. La tentación del poder absoluto puede parecer una solución efectiva, pero su costo es alto. Los derechos, las libertades y la pluralidad, que son los pilares de cualquier democracia, están en riesgo de ser erosionados en ambos países.
Este martes negro será recordado como el día en que México y Estados Unidos dieron un paso hacia la concentración del poder, con consecuencias que solo el tiempo podrá revelar. Pero una cosa es segura: la sociedad civil, los medios de comunicación y las instituciones deben mantenerse vigilantes y firmes en su defensa de los derechos ciudadanos y de los principios democráticos, porque la historia nos ha enseñado que el costo de la libertad es una vigilancia constante.
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