En un evento que ha sacudido las redes sociales y encendido el debate público, el grupo musical Los Alegres del Barranco rindió un polémico homenaje a Nemesio Oseguera Cervantes, alias «El Mencho», líder del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). El concierto, parte del evento «Los Señores del Corrido», tuvo lugar el sábado 29 de marzo de 2025 en el Auditorio Telmex de Zapopan, Jalisco, un recinto propiedad de la Universidad de Guadalajara.
Un tributo entre vítores y controversia
El homenaje se materializó al inicio del concierto, cuando las pantallas del auditorio proyectaron imágenes de «El Mencho», acompañadas de la interpretación del corrido «El Dueño del Palenque». La canción, que hace alusión al apodo de Oseguera Cervantes, «El Señor de los Gallos», resonó en el recinto mientras se mostraban ilustraciones del capo y de gallos de pelea, una de sus aficiones conocidas.
La reacción del público fue inmediata y estridente: vítores y aplausos inundaron el auditorio, mezclándose con la música y creando un ambiente que oscilaba entre la celebración y la controversia.
Un fenómeno que trasciende escenarios
Este no es un hecho aislado. En los últimos meses, las referencias a «El Mencho» han aparecido en diversos eventos públicos en Jalisco. Desde fiestas patronales hasta plazas de toros, su nombre resuena en canciones, menciones y hasta patrocinios, generando preocupación sobre la normalización de la narcocultura en la región.
Eventos como las fiestas de San José del Carmen, el concierto de Natanael Cano en la Plaza de Toros Alberto Balderas y el Carnaval de Autlán de Navarro han sido escenario de homenajes y menciones al líder del CJNG, evidenciando una presencia que va más allá de los titulares de noticias.
La delgada línea entre la música y la apología
La polémica desatada por el homenaje a Los Alegres del Barranco ha reabierto el debate sobre los límites de la libertad de expresión y la responsabilidad de los artistas en un contexto marcado por la violencia del narcotráfico. ¿Dónde termina la representación de una realidad y dónde comienza la apología del delito?
La pregunta resuena en un país donde la narcocultura ha permeado diversas expresiones artísticas y culturales, desde la música hasta la literatura y el cine.
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