Fentanilo en México: Una verdad difícil de ocultar
En las últimas semanas, la producción de fentanilo en México ha tomado un lugar central en la agenda pública, impulsada por un reportaje de The New York Times. El artículo, titulado “Así es un laboratorio de fentanilo del Cártel de Sinaloa”, presenta evidencia visual de laboratorios clandestinos que operan bajo condiciones rudimentarias pero efectivas, produciendo drogas sintéticas con alto impacto en la crisis de opioides en Estados Unidos.
El gobierno mexicano, encabezado por Claudia Sheinbaum, ha rechazado rotundamente esta narrativa, argumentando que el país es solo un punto de tránsito para el fentanilo, no un productor. Sin embargo, la evidencia acumulada y los hallazgos en operativos contradicen esta postura.
"The New York Times":
— ¿Por qué es Tendencia? (@porktendencia) December 31, 2024
Porque sus periodistas publicaron fotos de cómo es el proceso de producción de Fentanilo en Culiacán. pic.twitter.com/1TEDxf1bvA
La evidencia: ¿Qué muestran los reportajes y documentos oficiales?
El reportaje de The New York Times incluye imágenes de laboratorios improvisados donde se procesan sustancias químicas en cocinas adaptadas con ollas, extractores y precarios sistemas de protección. Estos escenarios ilustran la realidad de la producción de drogas sintéticas en México.
Además, documentos oficiales del gobierno mexicano aportan datos reveladores:
- Laboratorios clandestinos: En estados como Sinaloa, Michoacán y Baja California, se han detectado 69 laboratorios de metanfetaminas, con capacidad para producir otras sustancias sintéticas como el fentanilo.
- Aseguramientos recientes: Más de una tonelada de fentanilo fue incautada en Guasave, Sinaloa, junto con miles de litros de precursores químicos.
- Detenciones clave: Operativos en Los Mochis y otras regiones han resultado en la captura de personas directamente vinculadas con la fabricación de fentanilo.
Estos hechos dejan poco margen para la negación. Entonces, ¿por qué el gobierno insiste en minimizar el problema?
Las implicaciones bilaterales: Presión de Estados Unidos
Aceptar que México produce fentanilo tendría consecuencias significativas en la relación con Estados Unidos, donde este opioide es responsable de una crisis de salud pública sin precedentes.
El gobierno de Joe Biden y el entrante de Donald Trump han señalado repetidamente a México como un eslabón crucial en la cadena de suministro del fentanilo. Reconocer la producción local intensificaría la presión para que el país tome medidas más contundentes contra los cárteles, un desafío que podría evidenciar fallos en la estrategia de seguridad.
Además, esta admisión podría dañar la narrativa que México ha intentado construir como una víctima del narcotráfico global, posicionándolo en cambio como un actor clave en la crisis.
Control narrativo: Una estrategia peligrosa
Desde 2019, el gobierno mexicano ha controlado cuidadosamente la narrativa sobre el narcotráfico, enfatizando su papel como intermediario y no como productor. Sin embargo, la creciente evidencia sugiere que esta estrategia tiene límites.
Negar la producción de fentanilo en México debilita la confianza en las instituciones y pone en riesgo la cooperación internacional en seguridad. Eventualmente, será imposible ignorar esta realidad, y cuando eso ocurra, la pregunta será: ¿Por qué lo callaron?
La realidad de los laboratorios clandestinos
La operación de laboratorios clandestinos en México no es nueva. Por años, las autoridades han desmantelado instalaciones utilizadas para fabricar metanfetaminas bajo condiciones similares a las descritas en los reportajes sobre el fentanilo.
Estos espacios, ubicados en zonas remotas y bajo control de cárteles como el de Sinaloa y el CJNG, son la base de operaciones para la producción de sustancias altamente rentables en el mercado internacional.
Si estas estructuras han servido para la producción de otras drogas, ¿es realmente sorprendente que también sean utilizadas para el fentanilo?
Enfrentar la crisis con transparencia
El fentanilo representa una crisis global que exige respuestas claras y contundentes. Negar su producción en México solo perpetúa la percepción de complicidad e inacción, tanto a nivel nacional como internacional.
El gobierno de Claudia Sheinbaum tiene una oportunidad clave para abordar este problema con transparencia, fortaleciendo la cooperación bilateral y reconstruyendo la confianza en sus instituciones. Sin embargo, el tiempo para actuar se agota, y el costo de ignorar esta realidad podría ser demasiado alto.
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