Consejeros reciben de golpe el peso de una decisión tomada en 2021 que hoy regresa como un terremoto político y jurídico. La noticia de que el Tribunal Federal de Justicia Administrativa (TFJA) admitió un procedimiento por presuntas faltas graves contra altos integrantes del Instituto Nacional Electoral (INE) desató un nuevo capítulo en la disputa sobre los límites de la autonomía institucional en México. Entre los señalados se encuentra el ex presidente del organismo, Lorenzo Córdova, junto con otros actores clave cuyas decisiones marcaron debates nacionales y cuyo futuro profesional podría quedar en suspenso.
El origen del conflicto interno en consejeros que resurge cuatro años después
La historia comenzó en 2021, cuando los consejeros integrantes del INE votaron para posponer la consulta de revocación de mandato del entonces Presidente Andrés Manuel López Obrador. Aquella decisión, que para los consejeros involucrados se sustentaba en criterios técnicos y presupuestales, fue interpretada por adversarios políticos como una maniobra que alteraba el curso democrático. Aunque la consulta finalmente se llevó a cabo en abril de 2022, la controversia quedó sembrada, y hoy vuelve transformada en un procedimiento formal ante el TFJA.
Cuando el Órgano Interno de Control (OIC) del INE presentó un informe por presunto abuso de funciones, la discusión escaló a niveles inesperados. Desde entonces, el caso ha provocado fricciones dentro del propio órgano electoral, donde algunos señalamientos apuntan a que la presión externa pone en riesgo la independencia institucional.
¿Qué implica que la falta sea considerada grave?
El primer impacto político llegó con la admisión del expediente. El TFJA reconoció que la falta señalada es grave, lo que abre la puerta a una posible inhabilitación de hasta veinte años para los implicados. Esta medida, inédita para casos relacionados con decisiones colegiadas, coloca a los consejeros en un escenario incierto.
Aunque también existe la posibilidad de destitución para quienes aún ocupan sus cargos, no queda claro si el TFJA tiene facultades para aplicar una sanción tan extrema a integrantes de un órgano autónomo designado por la Cámara de Diputados. Esa ambigüedad añade una capa más de tensión a un proceso que podría redefinir la arquitectura institucional del país.
Voces que advierten riesgos a la autonomía
En entrevista, la consejera Dania Ravel expresó que resulta difícil ignorar un matiz político en el procedimiento. Las palabras resonaron entre analistas que desde hace tiempo alertan sobre la fragilidad de los contrapesos democráticos. Para Ravel, lo que está en juego no es solo la interpretación jurídica de una decisión administrativa, sino la esencia misma del trabajo colegiado del INE.
En medio del debate, la actual presidenta del organismo, Guadalupe Taddei, defendió con firmeza la independencia con la que deben votar todos sus integrantes. El órgano electoral, de hecho, solicitó ser reconocido como tercero interesado en el proceso para garantizar que el análisis no vulnere las facultades constitucionales del instituto.
La ruta procesal que definirá el futuro de los implicados
La Sala Auxiliar en Materia de Responsabilidades Administrativas Graves del TFJA inició el procedimiento el pasado 3 de noviembre, aunque la notificación formal llegó días después. El proceso está a cargo de la magistrada María Ozana Salazar Pérez, quien deberá evaluar si las decisiones adoptadas en 2021 constituyeron un abuso de funciones o simplemente el ejercicio legítimo de atribuciones técnicas.
El caso apenas comienza, y su impacto podría resonar por años. Los señalados tienen la posibilidad de apelar dentro del propio TFJA o, en caso de considerar vulnerados sus derechos, acudir al Poder Judicial Federal mediante un amparo directo. En cualquiera de los caminos, el litigio será largo y complejo.
Un precedente que podría transformar el trabajo electoral
Si el TFJA determina que la decisión tomada por los consejeros en 2021 constituye una falta grave, el precedente sería profundo. Las decisiones colegiadas, que hasta ahora han sido consideradas parte del margen técnico y operativo del INE, quedarían expuestas a interpretaciones externas que podrían limitar su autonomía.
La preocupación es visible entre especialistas en derecho electoral, quienes advierten que colocar bajo sospecha decisiones adoptadas en sesiones públicas podría inhibir la libertad de deliberación. Para quienes defienden la autonomía electoral, este proceso no solo trata de responsabilidades administrativas, sino de proteger la capacidad del INE para actuar sin presiones partidistas.
Un país atento a cada movimiento del caso
La opinión pública ha seguido con particular interés este procedimiento. Las discusiones sobre autonomía, facultades y responsabilidades administrativas se han convertido en tema recurrente en redes sociales, foros académicos y espacios informativos.
Mientras tanto, los consejeros implicados continúan su trabajo cotidiano en un clima de tensión. Aunque sus decisiones siguen siendo observadas con lupa, también mantienen la convicción de que sus determinaciones pasadas respondieron a circunstancias extraordinarias, especialmente relacionadas con presupuestos, tiempos y operatividad.
Lo que está en juego más allá de las sanciones
El impacto del proceso no solo recaería en las carreras de los consejeros implicados. También podría afectar la manera en que los órganos autónomos enfrentan decisiones controvertidas. Algunos expertos temen que, si se abre la puerta a sancionar votos técnicos, futuros funcionarios actúen con temor a represalias.
Esa posibilidad preocupa incluso a quienes no están directamente señalados. Dentro del órgano electoral, existe un sentimiento de solidaridad institucional, pues saben que este caso podría modificar la manera en que otros tribunales interpretan las decisiones tomadas en colegiado.
Miradas hacia el futuro del INE
El INE, como institución, ha atravesado numerosos episodios de tensión política. Sin embargo, pocos casos han generado una discusión tan profunda sobre autonomía, responsabilidad y límites legales.
A medida que el proceso avance, el país observará con atención qué principios prevalecen. Para algunos analistas, este caso podría fortalecer la autonomía electoral si el resultado confirma que las decisiones técnicas no deben politizarse. Para otros, podría marcar un retroceso si se castiga a los consejeros por interpretar la ley en circunstancias complejas.
Un cierre aún incierto
El proceso ante el TFJA apenas comienza, y ninguna de las partes puede anticipar el desenlace. Los consejeros observan con cautela cada movimiento procesal, conscientes de que sus carreras, e incluso su futuro en el servicio público, dependen de una resolución que podría tardar meses o más.
Lo cierto es que el caso ha abierto un debate profundo sobre la independencia institucional en México. Lo que está en juego no es solo la actuación de un grupo de consejeros, sino los principios democráticos que sustentan la toma de decisiones en órganos autónomos.


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