El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sorprendió al revelar que un “amigo” suyo donó 130 millones de dólares para pagar a los soldados que quedaron sin sueldo por el cierre parcial del gobierno.
Durante un evento en la Casa Blanca, Trump aseguró que su amigo “no buscaba reconocimiento” y calificó el gesto como un acto de patriotismo y amor al país. Sin embargo, el anuncio ha generado fuertes cuestionamientos éticos por la falta de transparencia sobre el origen del dinero.
El Pentágono confirma la donación
El Pentágono confirmó que aceptó la contribución bajo su “autoridad general sobre aceptación de regalos”, según informó su portavoz, Sean Parnell. Los recursos se destinarán a cubrir los salarios y prestaciones de los miembros del ejército estadounidense.
La política interna del Departamento de Defensa establece que toda donación superior a 10 mil dólares debe ser revisada por un oficial de ética, con el fin de garantizar que el benefactor no tenga litigios, contratos o intereses vinculados con el gobierno.
Hasta el momento, el Pentágono no ha aclarado si esta revisión ya se realizó, ni si los fondos han sido utilizados para el pago de nómina militar.
Un cierre de gobierno cada vez más tenso
El cierre federal, que ya alcanza 24 días, se perfila como uno de los más largos en la historia del país. La Casa Blanca y el Congreso continúan sin llegar a un acuerdo sobre el presupuesto y los programas de salud, lo que ha paralizado múltiples servicios públicos.
La semana pasada, el gobierno desvió 8 mil millones de dólares originalmente destinados a investigación y desarrollo militar para poder cubrir los pagos del ejército.
Aunque los 130 millones donados representan solo una pequeña fracción de lo necesario, el gesto fue presentado por Trump como una muestra de solidaridad hacia las fuerzas armadas.
Dudas sobre la influencia privada
El anuncio ha encendido alertas sobre los límites entre financiamiento público y privado en el ámbito militar. Expertos en ética han advertido que aceptar una donación de tal magnitud sin revelar la identidad del donante podría sentar un precedente peligroso.
“Es una zona gris legal. Aceptar dinero de particulares para financiar al ejército puede abrir la puerta a conflictos de interés o presiones indebidas”, señaló un exfuncionario del Departamento de Defensa citado por Politico.
Hasta ahora, las autoridades no han informado quién es el benefactor, ni los mecanismos de supervisión para garantizar el uso correcto de los fondos.


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