La tensión entre Estados Unidos y China vuelve a acaparar titulares. A pocas horas de que expire la tregua arancelaria pactada en mayo, el presidente Donald Trump afirmó que las negociaciones “van bastante bien” y que su relación con Xi Jinping sigue siendo “muy buena”.
En un clima marcado por la incertidumbre, tanto Washington como Beijing intentan dar señales positivas. Desde el Ministerio de Asuntos Exteriores chino, el portavoz Lin Jian declaró que esperan “resultados basados en la igualdad, el respeto y el beneficio mutuo”.
El origen de la tregua arancelaria y su inestabilidad
Este frágil alto al fuego comenzó tras intensas conversaciones en Ginebra. Ambos países acordaron una suspensión de 90 días sobre los aranceles más altos, que en algunos casos superaban el 100% y paralizaban sectores clave del comercio bilateral.
Sin embargo, la paz comercial ha sido intermitente. Reuniones posteriores en Londres y Estocolmo expusieron diferencias profundas, y funcionarios estadounidenses acusaron a China de violar compromisos. La tregua sobrevivió, pero bajo constante amenaza.
La presión por un nuevo acuerdo antes de la fecha límite
La cuenta regresiva es clara: si no se logra una extensión, el martes regresarán aranceles del 30% a productos chinos y del 10% a bienes estadounidenses. Según el secretario de Comercio de EE. UU., Howard Lutnick, Trump podría conceder otros 90 días, pero la decisión aún no es oficial.
En redes sociales, Trump incluso presionó a China para que “cuadruplicara rápidamente” sus compras de soja como un gesto para equilibrar la balanza comercial.
Aranceles y tensiones que afectan al comercio mundial
Más allá de la disputa bilateral, las medidas arancelarias de Trump han afectado a múltiples socios comerciales. Desde su regreso a la Casa Blanca en enero, ha impuesto aranceles “recíprocos” del 10% a casi todos sus socios, que en algunos casos han aumentado drásticamente: 15% para la Unión Europea, Japón y Corea del Sur, y hasta 41% para Siria.
Estos aranceles excluyen sectores estratégicos como acero, aluminio y farmacéuticos, pero amplían la presión sobre países que mantienen vínculos comerciales clave con Estados Unidos.
¿Qué puede pasar si la tregua expira?
Si el martes no hay acuerdo, volverán los aranceles máximos y es probable que ambos países respondan con nuevas represalias, afectando cadenas de suministro globales y generando volatilidad en mercados financieros.
Para las empresas exportadoras e importadoras, la incertidumbre complica la planificación. Para los consumidores, podría traducirse en precios más altos en productos electrónicos, agrícolas y manufacturados.
El mundo observa con atención el desenlace. Una extensión de la tregua podría dar un respiro temporal, pero sin un acuerdo sólido, la guerra comercial podría reactivarse con más fuerza.


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