Después de más de una década de guerra civil, Siria vive un momento histórico. La Casa Blanca confirmó que Damasco reabrirá su embajada en Washington y se unirá oficialmente a la Coalición Global para Derrotar al Estado Islámico (ISIS).
El anuncio, realizado por un funcionario estadounidense tras la visita del presidente sirio Ahmed al Sharaa a Donald Trump, simboliza el restablecimiento de relaciones diplomáticas rotas desde el inicio del conflicto en 2011.
“Estados Unidos permitirá a Siria retomar las actividades de su embajada en Washington para una mayor coordinación contra el terrorismo”, declaró el portavoz bajo anonimato.
El encuentro que cambió el rumbo de una guerra
La visita de Al Sharaa fue más que un gesto político: marcó el primer encuentro oficial entre un líder sirio y un presidente estadounidense desde 1946, año de la independencia de Siria.
Trump, fiel a su estilo directo, comentó tras la reunión:
“Me cae bien. Quiero que Siria se convierta en un país exitoso, y creo que Al Sharaa puede lograrlo”.
El nuevo mandatario sirio, que encabezó la coalición rebelde que derrocó a Bashar al Assad en diciembre pasado, representa un cambio de liderazgo que busca reintegrar a Siria en la comunidad internacional tras 14 años de aislamiento.
Fin del aislamiento: el regreso de Siria a la diplomacia global
El Departamento de Estado anunció una pausa en las sanciones económicas impuestas a Siria, mientras el Congreso evalúa una suspensión definitiva. Esta decisión abre la puerta a un reajuste geopolítico que podría redefinir el equilibrio de poder en Medio Oriente.
La incorporación de Siria a la coalición antiterrorista dirigida por Estados Unidos simboliza una alianza estratégica frente a amenazas comunes, especialmente tras el resurgimiento de células del ISIS en regiones fronterizas.
Funcionarios de ambas naciones afirmaron que el restablecimiento de la embajada facilitará la cooperación en inteligencia y operaciones de seguridad regional.
Un gesto de pragmatismo y esperanza
El restablecimiento de relaciones entre Washington y Damasco no solo tiene un valor simbólico, sino también estratégico. Para Estados Unidos, representa un nuevo frente de estabilidad en una región marcada por conflictos prolongados; para Siria, una oportunidad de legitimar su gobierno ante la comunidad internacional.
“Queremos fortalecer la coordinación antiterrorista y reconstruir los canales diplomáticos”, afirmó el funcionario estadounidense que acompañó la visita.
El movimiento diplomático también podría abrir un nuevo ciclo de reconstrucción económica y humanitaria en Siria, devastada por años de guerra y sanciones internacionales.
Lo que sigue: cooperación contra el terrorismo y reconstrucción
La inclusión de Siria en la coalición contra ISIS marca el inicio de una nueva etapa de colaboración internacional. Ambos países buscan establecer una hoja de ruta que combine la cooperación militar con esfuerzos de reconstrucción y estabilización interna.
Aunque persisten dudas sobre el futuro político de la región, la reapertura de la embajada y la conversación directa entre ambos líderes representan un paso histórico hacia la reconciliación.
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