Un giro en la agenda bilateral: del comercio al petróleo
La relación comercial entre Estados Unidos y China podría dar un giro inesperado en la próxima ronda de negociaciones bilaterales. Según adelantó el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, Washington buscará incluir un tema sensible en la agenda: las compras chinas de petróleo proveniente de Rusia e Irán, dos países bajo sanciones internacionales. La medida busca presionar a Pekín para reducir su cooperación energética con ambos regímenes, bajo el argumento de que este comercio afecta la seguridad nacional y geopolítica.
El anuncio representa una expansión significativa del enfoque tradicionalmente centrado en el déficit comercial, los aranceles y las prácticas de competencia desleal. Ahora, Estados Unidos apunta directamente al rol de China como respaldo financiero indirecto de los gobiernos de Moscú y Teherán.
Aranceles secundarios de hasta 100%: la nueva amenaza de Bessent
En declaraciones ofrecidas este lunes, Scott Bessent no dejó lugar a dudas sobre la dureza de la postura estadounidense: “Cualquier país que compre petróleo ruso sancionado estará sujeto a aranceles secundarios de hasta el 100%”, advirtió. Esta política, en caso de implementarse, podría afectar no solo a China, sino también a otros países que recurren a petróleo de fuentes alternativas para mantener precios bajos o evitar conflictos diplomáticos.
Bessent también instó a los aliados europeos de Washington a sumarse a esta estrategia de presión, afirmando que es momento de respaldar con acciones concretas las sanciones impuestas a Rusia por su invasión a Ucrania.
“Instaría a nuestros aliados europeos, que han hablado mucho, a que nos sigan si implementamos estos aranceles secundarios”, señaló el secretario del Tesoro, dejando entrever que se avecina una ofensiva diplomática más amplia.
El petróleo: salvavidas económico de Irán y Rusia
El petróleo ha sido, desde hace décadas, el principal recurso económico de Irán y Rusia, y actualmente funciona como una fuente vital de ingresos en medio de las sanciones impuestas por Occidente. Para Irán, China se ha convertido en su mayor cliente energético, permitiéndole mantener a flote su economía pese a las restricciones internacionales.
Por su parte, Moscú ha recurrido a lo que se conoce como su “flota en la sombra” para continuar exportando crudo. Estos buques, muchas veces sin bandera clara y con itinerarios opacos, permiten que el petróleo ruso siga llegando a Asia, África y Medio Oriente, eludiendo parcialmente los bloqueos financieros y embargos.
De hecho, Reino Unido impuso esta semana sanciones a 135 embarcaciones vinculadas a esta red paralela, una acción que refleja la creciente coordinación entre aliados para cerrar el cerco económico a Rusia.
Trump endurece su postura con Putin y amenaza con sanciones masivas
En paralelo, el presidente Donald Trump ha endurecido su tono hacia Moscú. La semana pasada, dio un ultimátum al presidente ruso, Vladimir Putin, exigiendo un acuerdo de paz con Ucrania en un plazo de 50 días o, de lo contrario, enfrentará “sanciones económicas masivas”. Este nuevo planteamiento multiplica la presión sobre el Kremlin, que depende de los ingresos energéticos para sostener su aparato militar.
En este contexto, la cooperación energética entre China y Rusia se convierte en un factor geoestratégico de alta tensión. Si Washington avanza con sus amenazas, Pekín podría verse obligado a replantear su dependencia del crudo ruso e iraní, aunque esto también abriría un frente de conflicto comercial más amplio entre las dos potencias.
Una jugada arriesgada en medio de una guerra arancelaria
Cabe recordar que este año, el gobierno de Trump reinstauró aranceles a productos provenientes tanto de aliados como de competidores, y en abril pasado, la escalada con China derivó en una ola de medidas proteccionistas de “ojo por ojo”. En este clima de creciente desconfianza, el intento de condicionar las relaciones energéticas de Pekín podría complicar aún más la ya delicada relación bilateral.
Aunque la administración estadounidense insiste en que se trata de una medida de seguridad nacional, China podría interpretar esta presión como una intromisión en sus intereses estratégicos, lo que derivaría en represalias comerciales o diplomáticas.
¿Una nueva era en las relaciones sino-estadounidenses?
La inclusión del petróleo ruso e iraní en las negociaciones con China marca un nuevo capítulo en la compleja relación entre las dos principales potencias del mundo. Estados Unidos apuesta por usar su poder económico para condicionar el comportamiento energético de Pekín, con la mira puesta en aislar a Rusia e Irán del mercado global.
Sin embargo, esta jugada también entraña riesgos considerables, tanto para la estabilidad del comercio internacional como para el equilibrio geopolítico en Asia y Medio Oriente. Las próximas semanas serán clave para saber si China cede ante la presión o responde con medidas propias, profundizando así una nueva fase de tensión estratégica global.


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