Una herramienta de disuasión que podría volverse acción
La Unión Europea se prepara para un posible choque comercial con Estados Unidos si el presidente Donald Trump impone nuevos aranceles al bloque antes del 1 de agosto. Ante este escenario, diplomáticos europeos revelaron que ya se considera la activación del Instrumento Anticoerción (ACI), una medida diseñada para responder a presiones económicas extranjeras y que hasta ahora no ha sido utilizada.
El ACI, en vigor desde finales de 2023, fue creado como una herramienta disuasoria para proteger la soberanía económica de los 27 miembros de la UE. Sin embargo, ante la amenaza de gravámenes del 30% a las importaciones europeas por parte de Washington, su uso ya no se descarta. Entre los países más activos en esta discusión se encuentra Alemania, que ha manifestado preocupación por el impacto que estas medidas podrían tener en sectores clave como la tecnología, la defensa y los servicios digitales.
¿Qué permite el Instrumento Anticoerción?
A diferencia de las tradicionales represalias arancelarias, el Instrumento Anticoerción ofrece una gama mucho más amplia de medidas. Entre ellas se encuentran:
- Imposición de cuotas a importaciones sensibles.
- Requisitos de licencias para importar o exportar bienes estratégicos.
- Exclusión de proveedores estadounidenses de licitaciones públicas europeas si sus productos superan el 50% del contrato.
- Restricciones a servicios digitales donde EE.UU. tiene superávit, como los ofrecidos por Amazon, Netflix, Microsoft o Uber.
- Limitaciones a la inversión extranjera directa.
- Restricciones en propiedad intelectual y obstáculos en servicios financieros.
- Controles más severos sobre productos químicos y alimentos de origen estadounidense.
Estas contramedidas podrían afectar profundamente a empresas estadounidenses con operaciones en Europa, y también reconfigurar el comercio transatlántico en sectores clave.
Un procedimiento largo, pero contundente
La activación del ACI no es inmediata. El proceso comienza con una revisión de la Comisión Europea, que tiene hasta cuatro meses para determinar si existe una presión económica indebida. Si así lo concluye, los Estados miembros deberán aprobar la decisión por mayoría cualificada (más exigente que la mayoría simple).
Si se confirma la coacción, la Comisión Europea iniciaría un periodo de negociaciones diplomáticas con Estados Unidos. Si estas fracasan, la UE podría aprobar contramedidas formales, las cuales entrarían en vigor tres meses después de su adopción. En total, el proceso podría tardar hasta un año, aunque el bloque podría acelerarlo en caso de urgencia.
Un arma diseñada ante Trump y China
El Instrumento Anticoerción fue concebido en 2021, en respuesta al creciente uso del comercio como herramienta de presión política por parte de potencias como Estados Unidos y China. En particular, la guerra arancelaria entre Trump y la UE durante su primer mandato, así como la disputa entre China y Lituania, sirvieron de ejemplo para justificar la creación de este mecanismo.
Desde entonces, los funcionarios europeos han subrayado que el ACI no busca escalar tensiones comerciales, sino defender la autonomía económica del bloque. No obstante, el resurgimiento de las amenazas arancelarias por parte de Trump ha obligado a la UE a reconsiderar su postura defensiva.
La presión sobre las empresas estadounidenses
Las medidas contempladas impactarían especialmente en empresas de servicios digitales y tecnológicos, donde Estados Unidos tiene ventaja sobre Europa. Esto incluye a gigantes como Google, Amazon, Meta y Apple, que podrían ver limitada su capacidad de operar, invertir o competir por contratos en la UE.
Además, sectores como el aeroespacial, la energía renovable y la industria química también podrían verse afectados si la UE aplica controles más estrictos sobre la transferencia tecnológica y la regulación ambiental en sus exportaciones e importaciones.
¿Represalia o defensa estratégica?
La amenaza de nuevos aranceles estadounidenses ha reavivado las tensiones comerciales entre las dos mayores economías occidentales. La UE, que hasta ahora ha actuado con prudencia, considera que ha llegado el momento de preparar una respuesta proporcional, pero estratégica. El Instrumento Anticoerción representa su carta más poderosa, aunque también arriesgada, para defender su soberanía económica sin depender exclusivamente de las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Si bien el bloque aún apuesta por la diplomacia y el diálogo, la posibilidad de activar el ACI demuestra que Europa está dispuesta a plantarse ante medidas unilaterales que amenacen su equilibrio comercial y su modelo económico.


TE PODRÍA INTERESAR