El Buró Federal de Investigación (FBI) ha concretado una serie de despidos que involucran a agentes fotografiados arrodillados durante las protestas por justicia racial en Washington, en 2020, tras el asesinato de George Floyd. Según reporta Associated Press, al menos 20 trabajadores habrían sido separados del cargo, aunque la cifra exacta aún no ha sido confirmada por la agencia.
Las imágenes de los agentes, difundidas en aquel momento, mostraban su gesto de solidaridad en una de las mayores manifestaciones contra la brutalidad policial en Estados Unidos. Estas protestas marcaron un antes y un después en la discusión pública sobre racismo, seguridad y derechos civiles en el país.
Una purga interna en el FBI
Los despidos no ocurren de manera aislada. Forman parte de una purga más amplia en la institución, encabezada por Kash Patel, y que ya había provocado la salida de otros altos mandos el mes pasado. Funcionarios actuales y anteriores señalan que estas decisiones han impactado directamente en la moral interna de la agencia.
Entre los nombres destacados se encuentra Steve Jensen, vinculado a las investigaciones sobre el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021. También aparece Brian Driscoll, exdirector interino durante los primeros días de Donald Trump, quien se resistió a presiones del Departamento de Justicia. Otro de los afectados es Chris Meyer, señalado erróneamente en redes sociales por su supuesta participación en las pesquisas sobre documentos clasificados hallados en Mar-a-Lago.
Demandas y controversia política
Tres de los agentes despedidos presentaron recientemente una demanda en la que aseguran que Patel sabía que las destituciones eran “probablemente ilegales”, pero las ejecutó bajo órdenes de la Casa Blanca. Patel, por su parte, niega haber recibido instrucciones directas y asegura que los despidos respondieron a incumplimientos de los estándares internos del FBI.
Hasta ahora, la agencia no ha emitido comentarios oficiales sobre los últimos despidos, que trascendieron apenas este viernes. Sin embargo, el caso ha vuelto a abrir el debate sobre la independencia del FBI, la presión política y la memoria de las protestas por George Floyd que sacudieron a Estados Unidos hace apenas cinco años.


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