La capital estadounidense amaneció nuevamente sin rumbo fiscal. Con 35 días sin gobierno operativo, Estados Unidos iguala el récord histórico del cierre más largo de su historia, alcanzado durante el primer mandato de Donald Trump.
Los pasillos vacíos del Congreso y las oficinas federales cerradas reflejan un país dividido, con millones de familias afectadas y una economía que empieza a mostrar signos de agotamiento.
Paralización total: cuando el desacuerdo político se vuelve crisis nacional
El Senado ha rechazado más de una docena de propuestas para reabrir temporalmente el gobierno. Ningún partido cede. Los republicanos culpan a los demócratas por bloquear los fondos, mientras estos últimos exigen garantías en salud y seguridad social antes de aprobar nuevos presupuestos.
Detrás de los discursos y las votaciones fallidas hay historias humanas. Empleados públicos sin cobrar, familias sin asistencia alimentaria y niños sin educación temprana son el rostro del cierre.
“Ya no sé cómo pagar el alquiler este mes”, confiesa un trabajador de la TSA que lleva más de un mes sin sueldo. Su historia se repite en aeropuertos, bases militares y oficinas federales.
Programas sociales en riesgo y millones sin ayuda
El programa SNAP, que brinda ayuda alimentaria a más de 42 millones de estadounidenses, se quedó sin fondos el fin de semana.
Muchas familias que dependen de 180 dólares mensuales en cupones de alimentos están ya en una situación crítica.
También Head Start, destinado a la educación temprana de niños de bajos ingresos, ha suspendido operaciones en varios estados. Mientras tanto, la Casa Blanca intenta contener la crisis financiando parcialmente los beneficios de noviembre, aunque las demoras podrían extenderse por semanas.
Una economía que comienza a resentirse
Los analistas estiman que cada semana de cierre resta miles de millones a la economía nacional.
La Oficina Presupuestaria del Congreso advierte que, si el estancamiento se prolonga una semana más, el costo podría alcanzar 11 mil millones de dólares.
Los retrasos en aeropuertos también comienzan a impactar al turismo y al comercio: más de 3.2 millones de pasajeros se han visto afectados por cancelaciones o demoras desde el inicio del cierre.
La falta de datos gubernamentales sobre empleo y crecimiento deja a la Reserva Federal sin información clave para tomar decisiones monetarias, lo que eleva la incertidumbre financiera.
Entre la política y la supervivencia
El cierre, el decimoquinto desde 1981, revela la parálisis política más profunda en décadas.
Mientras los republicanos insisten en mantener la presión presupuestaria, los demócratas condicionan cualquier apoyo a un acuerdo que preserve los subsidios sanitarios.
Las conversaciones privadas en el Senado han generado una leve esperanza, pero por ahora ninguna propuesta logra romper el estancamiento.
Trump, por su parte, ha sido criticado por abandonar Washington en medio de la crisis, mientras presume reformas menores en la Casa Blanca.
Un país en pausa
A medida que los días avanzan, la tensión crece. El cierre del gobierno ya no es solo un conflicto legislativo, sino una historia de resistencia cotidiana para millones de estadounidenses.
La pregunta es cuánto tiempo más podrá el país soportar el costo de un gobierno paralizado.


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