Anthony Hopkins ha interpretado a personajes memorables a lo largo de su extensa carrera, desde el siniestro Hannibal Lecter hasta el reservado mayordomo de Lo que queda del día. Pero fue en 2020, con su papel en The Father, donde logró una de las actuaciones más conmovedoras de su vida —y, según él mismo, la más difícil de todas.
En esta película, dirigida por Florian Zeller, Hopkins interpreta a un hombre que padece demencia senil, y lo hace con una honestidad tan devastadora que no solo conmovió a críticos y espectadores, sino que también lo hizo llorar a él mismo durante el rodaje.
La escena que rompió la barrera entre actor y personaje
El momento más doloroso y emotivo del filme llega cuando el personaje de Hopkins, confundido y completamente desorientado, rompe en llanto mientras balbucea:
“Quiero a mi mamá”.
Esta frase, sencilla pero desgarradora, no estaba originalmente escrita tal cual en el guion. Según declaraciones del director y del propio actor, fue resultado de un instante de inmersión emocional tan profunda, que Hopkins se encontró recordando su propia infancia, su fragilidad, su miedo. El llanto que siguió no fue actuación, fue real.
Zeller dejó la cámara rodar. Sabía que ese era el corazón de la película: no un discurso grandilocuente, sino la confesión más íntima de un ser humano que ya no comprende el mundo a su alrededor.
Cómo se preparó Hopkins para interpretar la demencia
Anthony Hopkins ha confesado que no necesitó investigar demasiado sobre la enfermedad porque la había vivido de cerca. Personas cercanas a él padecieron deterioro cognitivo, y su memoria emocional fue suficiente para reconstruir ese laberinto de confusión, miedo y pérdida.
En vez de apoyarse en gestos exagerados o clichés visuales, su interpretación se basa en microexpresiones, silencios, contradicciones. Logró humanizar la demencia, mostrando no solo el dolor del que la sufre, sino también el de quienes le rodean.
Un Oscar merecido… y una noche inusual
Por este papel, Anthony Hopkins ganó el Oscar a Mejor Actor en 2021, superando a favoritos como Chadwick Boseman. Pero su victoria fue tan sorpresiva que ni siquiera estaba presente en la ceremonia. Al día siguiente, publicó un breve video desde Gales, rindiendo homenaje a Boseman y agradeciendo el reconocimiento.
Con 83 años en ese momento, se convirtió en el actor de más edad en recibir un Oscar competitivo, y lo hizo por una de las interpretaciones más íntimas y desarmantes jamás vistas en la gran pantalla.
Más allá del guion: cuando la emoción supera al arte
La escena del “quiero a mi mamá” ha sido analizada por críticos, psicólogos y estudiantes de actuación. No es simplemente un momento bien actuado. Es un punto donde el personaje se borra y el ser humano real aparece. En ese instante, no era Hopkins interpretando a Anthony, era Anthony sintiendo lo que miles de personas sienten al perderse dentro de sí mismas.
Ese tipo de verdad emocional no se puede fingir. Y por eso, The Father no es solo una película sobre la demencia: es un retrato sobre lo que significa ser vulnerable en la vejez, aferrarse a la memoria, y pedir amor cuando el mundo ya no tiene sentido.
Una lección de actuación y humanidad
A sus más de ocho décadas de vida, Anthony Hopkins demostró que el arte verdadero no depende de la juventud, de los efectos ni del presupuesto. A veces, una sola frase dicha desde el alma basta para quebrar al público.
Lo que hizo en The Father es una clase maestra de actuación, pero también una declaración sobre el poder del cine como espejo emocional. No todos los días vemos a una leyenda llorar por recordar a su madre… y, con ello, hacernos recordar a las nuestras.


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