El 2025 marcó el retorno triunfal del género urbano a la cima de la música global, y la clave de este éxito fue la mezcla audaz que propuso Bad Bunny. Con su álbum DeBÍ TiRAR MáS FOToS, el artista puertorriqueño logró colocar al Bad Bunny y reguetón en una nueva dimensión.
Este trabajo discográfico obtuvo el Latin Grammy al álbum del año y se destacó por mezclar el reguetón tradicional con la música autóctona de Puerto Rico.
La inclusión de géneros como la salsa, la plena y la bomba en su repertorio supuso una exposición internacional sin precedentes para estos ritmos. Este movimiento artístico no solo impactó la escena musical, sino que también puso el foco en la identidad y la cultura puertorriqueñas para las nuevas generaciones. Artistas como Karol G y Rauw Alejandro siguieron esta senda, pero la gestión de Bad Bunny y reguetón lideró la conversación.
En canciones como ‘CAFé CON RON’, el artista colaboró con la agrupación Los Pleneros de la Cresta. El tema da a conocer una costumbre popular de la isla: la ruta gastronómica del ‘chinchorreo’, al ritmo contagioso de los panderos. Para Erwin Carrucini, de Taller Toca Plena, la influencia de Bad Bunny y reguetón es «bien importante y significativa para la plena y la cultura de Puerto Rico».
Bad Bunny y reguetón como promotores de la identidad cultural
Carrucini subraya que la repercusión de Bad Bunny y reguetón en su música anima a los jóvenes que «quizás no se sienten muy identificados» a acercarse a sus raíces. Esto se manifiesta en que ahora muchos jóvenes dicen: «‘mira, vamos a escuchar bomba, vamos a tocar plena, que es nuestra música, que es nuestra identidad'». Esta conexión con los ancestros es un poderoso mensaje.
La plena es un género autóctono de Puerto Rico con raíces en los esclavos y trabajadores agrícolas. El artista también incorporó la bomba en su histórica residencia de conciertos en San Juan, mostrando al mundo el toque de los barriles y el baile tradicional. La identidad puertorriqueña fue, de hecho, el eje central de su proyecto musical en 2025.
Otro ejemplo de esta fusión es ‘PIToRRO DE COCO’, una canción que da a conocer una bebida popular de ron de la isla a golpe de cuatro, el instrumento de cuerda nacional. Por su parte, la salsa tuvo su momento de gloria en el álbum gracias al éxito de ‘BAILE INoLVIDABLE’. Su compromiso con las raíces es claro.
Durante su serie de conciertos en San Juan, Benito Antonio Martínez Ocasio llevó al escenario a figuras veteranas. Subieron a cantar el salsero Gilberto Santa Rosa y el trovador Andrés Jiménez ‘El Jíbaro’. Incluso el icónico actor y cineasta Jacobo Morales fue parte del espectáculo a través de un cortometraje incluido en el proyecto.
Esta tendencia de abrir el reguetón a otros orígenes no fue exclusiva de él, pero sí la lideró. Rauw Alejandro también había publicado Cosa Nuestra a finales de 2024, un álbum cargado de salsa que incluyó una versión del clásico de Frankie Ruiz. Rauw evocó la Nueva York de los 80, mientras que Bad Bunny se enfocó en la figura del jíbaro, con un estilo más autóctono.
Karol G, aunque con otros referentes, siguió una intención similar con su disco Tropicoqueta, publicado a mediados de 2025. Su propuesta musical mezcló salsa, bachata romántica y, muy importante, defendiendo su esencia colombiana, la cumbia y el vallenato. La artista paisa cambió su imagen a una tropical, evocando a las vedettes latinas del siglo pasado. Bad Bunny y reguetón definieron el año.
Ni Bad Bunny ni Karol G abandonaron el perreo por completo, pero lograron que otros ritmos, aquellos con los que crecieron y bailaron, se escucharan en todos los rincones del mundo. El puertorriqueño Carrucini asegura que «este tipo de artistas que resuenan a nivel mundial, que son famosos… el que estén tocando este tipo de temas de identidad… es súper interesante». Esta estela ha sido seguida por artistas más pequeños que han apostado por estos ritmos, como se refleja en las listas de streaming de 2025.


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