Singapur volvió a sorprender tras instalar una máquina expendedora de autos de lujo. Como si de alimentos se tratara, el concepto ya opera en uno de los centros comerciales más exclusivos del país.
Su funcionamiento es tan simple como impactante. Una persona elige un vehículo, realiza el proceso de pago y, minutos después, un Ferrari o un Lamborghini aparece frente a sus ojos, listo para ser conducido. Todo ocurre dentro de una estructura vertical que recuerda a una vending machine tradicional, pero diseñada para resguardar superdeportivos.
¿Cómo funciona la máquina expendedora de autos?
La máquina se encuentra instalada en un complejo comercial de alto nivel y opera como una galería tecnológica automatizada. Los autos no están exhibidos a simple vista, sino almacenados en compartimentos verticales, uno sobre otro, como si se tratara de enormes cápsulas.
El usuario selecciona el modelo disponible, realiza el pago con tarjeta y el sistema activa un elevador mecánico que traslada el vehículo desde su cubículo hasta el punto de entrega. El automóvil llega completamente funcional y listo para ser utilizado, ya sea para una prueba o para una experiencia exclusiva de manejo.
El concepto busca ofrecer una experiencia premium, cuidando cada detalle del proceso, desde la selección hasta la entrega del vehículo.
Ferrari, Lamborghini y otras joyas sobre ruedas
Dentro del inventario se encuentran marcas que representan la cúspide del lujo automotriz. Ferrari, Lamborghini y otros superdeportivos forman parte de la selección, lo que convierte a esta máquina en un escaparate exclusivo para coleccionistas, empresarios y entusiastas del motor.
Para algunos observadores, la vending machine es una estrategia de marketing diseñada para atraer miradas y posicionar la marca del concesionario. Para otros, se trata de una solución práctica en un país donde el espacio es limitado y el lujo se vive de forma distinta.
Tener coche en Singapur: un lujo más que una necesidad
De acuerdo con reportes de The New York Times, poseer un automóvil en Singapur no es una cuestión de comodidad, sino de estatus. El país, con poco más de cinco millones de habitantes y un territorio reducido, mantiene una de las políticas más estrictas del mundo para controlar el número de vehículos.
Desde 1990, el gobierno implementó el sistema de certificados de propiedad, conocidos como certificates of entitlement. Este documento es obligatorio para comprar un auto y su costo puede alcanzar hasta 84 mil dólares, es decir, alrededor de 1.7 millones de pesos, independientemente del valor del vehículo.
Este mecanismo ha elevado el precio de los autos comunes a niveles que, en otros países, corresponderían a un superdeportivo.
El diario estadounidense recoge testimonios que ilustran esta realidad. Andree Lee, agente de seguros, pagó en 2020 alrededor de 24 mil dólares por un Kia Forte usado en Singapur. Para él, el coche era parte de su imagen profesional, aunque con el tiempo reconoció que el gasto no se justificaba y decidió venderlo.
En contraste, los sectores con mayor poder adquisitivo enfrentan estas cifras sin dificultad. Su-Sanne Ching, empresaria, declaró haber pagado 150 mil dólares por un Mercedes-Benz, de los cuales 60 mil correspondieron únicamente al certificado de propiedad.
El impacto en la clase media en Singapur
Para muchas familias de clase media de Singapur, tener coche implica sacrificios constantes. Joy Fang y su esposo contaron que en 2022 compraron un Hyundai Avante usado por 58 mil dólares para transportar a sus dos hijos. El gasto mensual en mantenimiento supera el 10% de su presupuesto familiar.
A pesar de ello, consideran que depender del transporte público con niños pequeños resulta complicado. Reducir salidas y viajes se volvió parte del precio a pagar por mantener el vehículo.
La política ha sido efectiva desde el punto de vista urbano. Singapur registra apenas 11 autos por cada 100 habitantes, una cifra muy baja si se compara con países como Estados Unidos o Italia, donde el promedio supera los 75 vehículos por cada 100 personas.
Para muchos ciudadanos, renunciar al automóvil personal es un sacrificio aceptable a cambio de calles despejadas, trayectos rápidos y menor contaminación.
En este contexto, la máquina expendedora de autos de lujo de Singapur no solo representa una curiosidad tecnológica. Es también el reflejo de una sociedad donde el coche dejó de ser una herramienta cotidiana para convertirse en un objeto aspiracional, reservado para quienes pueden permitírselo sin afectar su economía.
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