Comer antes de poder masticar: los homínidos adoptaron plantas herbáceas millones de años
Uno de los grandes misterios sobre nuestros ancestros humanos acaba de obtener una respuesta sorprendente: los primeros homínidos comenzaron a comer hierbas, pastos y plantas subterráneas mucho antes de que sus cuerpos –y especialmente sus dientes– estuvieran preparados para masticarlas correctamente. Así lo revela un nuevo estudio publicado en la revista Science, liderado por investigadores del Dartmouth College, que sugiere que el comportamiento humano pudo originar cambios evolutivos y no al revés, como tradicionalmente se pensaba.
El hallazgo cambia el enfoque de cómo comprendemos la evolución. En lugar de esperar a que los cuerpos desarrollaran rasgos para nuevas dietas, nuestros ancestros habrían adoptado primero nuevas conductas alimenticias impulsadas por necesidad —y la biología simplemente se habría puesto al día cientos de miles de años después.
Expansión a las praderas y búsqueda desesperada de energía
Con el desplazamiento de los homínidos desde los bosques africanos hacia las vastas sabanas herbáceas hace entre 4.8 y 3.4 millones de años, los alimentos frutales comenzaron a escasear. Frente a este nuevo ambiente repleto de gramíneas (hierbas, juncos, pastos) de difícil digestión, los primeros humanos recurrieron a lo que tenían más a mano: plantas fibrosas y, especialmente, los órganos subterráneos con reservas ricas en almidón, como tubos, bulbos y cormos.
Estos complejos vegetales requerían dientes planos y largos —parecidos a los molares actuales— para ser triturados. Sin embargo, los primeros homínidos aún poseían una dentadura especializada en frutas y alimentos blandos. Lo que hicieron fue usar lo que tenían disponible, aunque no fuera lo ideal… ¡y sobrevivir gracias a ello!
Evidencia química oculta en los dientes fósiles
El equipo de Dartmouth analizó dientes fosilizados de varias especies de homínidos —incluida Australopithecus afarensis (como la famosa “Lucy”)— buscando isótopos de carbono y oxígeno que delatan el tipo de plantas consumidas mientras vivían. También compararon estos resultados con los de primates extintos contemporáneos, como babuinos gigantes terrestres y monos colobinos.
Lo que encontraron fue revelador:
- Todos los ancestros comenzaron a comer plantas herbáceas aproximadamente 3.4–4.8 millones de años atrás
- A pesar de eso, sus dientes *no evolucionarían para hacerlo eficientemente hasta 700 mil años más tarde *
- Hace unos 2.3 millones de años, los homínidos cambiaron de comer hojas y pastos a obtener energía de los tejidos subterráneos de las gramíneas, usando probablemente herramientas simples de piedra para extraerlos
Comer bajo tierra: un momento clave para la evolución humana
Según Luke Fannin, autor principal del estudio, esta transición hacia tubérculos y raíces escondidas pudo haber sido crítica para el desarrollo posterior de nuestra especie:
“Son fuentes de carbohidratos seguros, abundantes y que requieren menos riesgo que cazar. Perfectas para alimentar cuerpos —y cerebros— en crecimiento.”
Estos depósitos vegetales también contenían agua con bajo nivel de oxígeno, lo que explica la señal química identificada en los dientes fósiles. Tal combinación hizo que los homínidos los prefirieran sobre el pasto de superficie, más duro y menos nutritivo.
La capacidad de cambiar lo que comían para sobrevivir, incluso antes de que sus cuerpos estuvieran preparados para ello, indica que el comportamiento adaptativo fue una fuerza evolutiva crucial. Dicho de otra manera: no evolucionaron porque podían comer pastos, sino porque decidieron comer pastos.
El ingenio precedió al cuerpo
Este nuevo estudio respalda una idea fascinante: en la historia humana, fue muchas veces el comportamiento —la búsqueda creativa de soluciones frente a desafíos ambientales— lo que obligó luego al cuerpo a adaptarse. Los homínidos no esperaron a tener dientes perfectos para aprovechar nuevas fuentes de alimento: los comieron de todos modos, y con el tiempo su biología cambió para apoyar esas elecciones.
En palabras de los propios autores, fue un momento crítico en nuestra evolución: el momento en que comenzamos a sobrevivir gracias a lo que hacíamos, mucho antes de lo que éramos físicamente capaces de hacer.


TE PODRÍA INTERESAR