En México, 32 millones de personas trabajan en el sector informal, un fenómeno económico que genera un intenso debate sobre su impacto en el desarrollo del país. Mientras algunos lo ven como una forma de resistencia cultural, otros advierten sobre los riesgos que representa para la recaudación fiscal, la equidad económica y el futuro del país.
Recientemente, un artículo académico ha encendido la discusión al exaltar la informalidad como un símbolo de soberanía alimentaria y sustentabilidad urbana. Sin embargo, esta narrativa plantea una pregunta urgente: ¿Debe México aceptar la informalidad como parte de su identidad o transformarla para garantizar un desarrollo sostenible?
El artículo que encendió el debate
El artículo “Los vendedores ambulantes como actores de un sistema alimentario sustentable”, publicado en la revista británica Geo: Geography and Environment, argumenta que la comida callejera en Ciudad de México es un elemento esencial de la soberanía alimentaria y la sustentabilidad urbana.
Según los autores, la economía informal no solo contribuye a la preservación de tradiciones culturales, sino que también:
- Aumenta la disponibilidad de alimentos tradicionales.
- Fortalece sistemas alimentarios locales.
- Representa una práctica cotidiana espontánea y sustentable.
Este enfoque ha sido ampliamente replicado, generando preocupaciones entre expertos que advierten sobre los riesgos de idealizar la informalidad como parte del orgullo nacional.
El costo de abrazar la informalidad
La economía informal, aunque ofrece empleos y dinamismo económico, también representa serios desafíos:
1. Pérdida de recaudación fiscal
Con el 54% de la población trabajando en la informalidad, el gobierno deja de recibir impuestos esenciales como el Impuesto Sobre la Renta (ISR). Esto limita:
- La inversión en infraestructura.
- Los servicios públicos.
- El desarrollo social.
2. Desigualdad económica
La informalidad perpetúa condiciones laborales precarias:
- Sin acceso a seguridad social.
- Falta de derechos laborales.
- Bajos ingresos que agravan la desigualdad.
3. Obstáculo para el desarrollo sostenible
Países como España optaron por reducir la informalidad para consolidar su desarrollo económico. Si México exalta este modelo, podría quedar atrapado en un ciclo de baja productividad y escasa competitividad global.
¿Exaltar o transformar la economía informal?
La narrativa que defiende la economía informal como identidad cultural podría tener implicaciones graves para las políticas públicas. Si esta ideología influye en el discurso político y las decisiones gubernamentales:
- Se debilitará la recaudación fiscal.
- Se perpetuarán las desigualdades.
- México podría ser condenado a un modelo económico basado en la precariedad.
El único líder político que ha hablado abiertamente sobre la necesidad de enfrentar la informalidad es Marcelo Ebrard, quien destaca la importancia de crear estrategias para formalizar al sector y garantizar un futuro más equitativo y sostenible.
Lecciones para un México más formal
Combatir la economía informal no significa erradicar la comida callejera o eliminar tradiciones. Se trata de:
- Crear incentivos para la formalización: Simplificar procesos y ofrecer beneficios a quienes decidan tributar.
- Garantizar derechos laborales: Asegurar que todos los trabajadores tengan acceso a seguridad social y condiciones dignas.
- Fomentar la productividad: Apostar por la innovación y la competitividad como motores del desarrollo económico.
Un futuro para todos
México enfrenta una encrucijada: abrazar la economía informal como parte de su identidad o transformarla para garantizar un desarrollo sostenible y equitativo.
La informalidad, aunque profundamente arraigada en la cultura y economía nacional, no debe idealizarse. Más bien, debe abordarse como un desafío estructural que requiere liderazgo, visión y políticas inclusivas para construir un país más próspero.
¡Únete a nuestro canal de Telegram! Las noticias más relevantes del día directamente en tu dispositivo móvil.


TE PODRÍA INTERESAR