La industria de ultraprocesados y la ilusión de responsabilidad social
La industria de productos ultraprocesados ha desarrollado estrategias de marketing sofisticadas para mantener el consumo elevado y, al mismo tiempo, aparentar una imagen de responsabilidad social y ambiental. Conceptos como greenwashing, socialwashing, healthwashing y brainwashing permiten a las corporaciones posicionarse como éticas mientras continúan contribuyendo a la contaminación y la devastación ambiental.
Según Raúl Romero Gallardo, del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, el brin-washing es un método psicológico que transfiere la responsabilidad ambiental al consumidor, haciéndole creer que puede salvar al planeta simplemente comprando productos «verdes» o socialmente responsables.
Estrategias de lavado de imagen: social, ambiental y nutricional
El reporte de la Incubadora de Defensa de la Salud Global (GHAI) identifica tres tácticas principales usadas por la industria:
- Socialwashing: Presentar productos con un “sentido social”, como el apoyo a la inclusión LGBT+.
- Greenwashing: Promocionar bienes como ecológicos mediante empaques sostenibles o menor gasto energético.
- Healthwashing/Nutriwashing: Atribuir beneficios para la salud a productos ultraprocesados sin evidencia científica.
El doctor Simón Barquera Cervera, director del Centro de Investigación en Nutrición y Salud del Instituto Nacional de Salud Pública, advierte que estas estrategias permiten vender productos dañinos etiquetándolos como responsables o de apoyo comunitario, reforzando una imagen de industria verde sin detener la contaminación.
El impacto en políticas públicas y salud
Alejandro Calvillo, director de El Poder del Consumidor, señaló que el retraso en la tercera etapa del etiquetado frontal hasta 2028 evidencia la presión de la industria para evadir regulaciones que protejan la salud pública. Este etiquetado habría fortalecido la conciencia sobre grasas, azúcares y sodio, nutrientes críticos en productos ultraprocesados.
Romero Gallardo enfatiza que el consumo también es un acto político: decidir qué productos adquirir refleja la responsabilidad social y ambiental del consumidor. Sin embargo, la narrativa de las corporaciones busca que el público se sienta cómodo sin cambiar hábitos de consumo ni reducir la contaminación.
Casos emblemáticos: campañas de lavado de cara
Un ejemplo reciente es la campaña Doritos Rainbow de PepsiCo, realizada en colaboración con el Museo Memoria y Tolerancia, que promueve la inclusión LGBT+ para aparentar responsabilidad social.
En Chiapas, Femsa, dueña de Oxxo y embotelladora de Coca-Cola, financia programas de crisis hídrica mientras sigue siendo uno de los mayores consumidores de agua. Esto refleja la paradoja del marketing corporativo: aparentar sostenibilidad mientras se mantiene la lógica de producción contaminante.
El poder económico y político de la industria
Barquera Cervera subraya que la industria de ultraprocesados combina poder económico y político para influir en políticas públicas y proteger sus intereses, dificultando la implementación de estrategias basadas en evidencia científica que prioricen la salud y bienestar de la población.
Romero Gallardo concluye que el mensaje de estas corporaciones es claro: el consumidor puede sentirse moderno y responsable mientras continúa comprando productos contaminantes y socialmente neutrales, sin modificar el sistema de producción que perpetúa la devastación ambiental.
Perfeccionan técnicas de lavado de imagen
La industria de ultraprocesados ha perfeccionado técnicas de lavado de imagen para aparentar responsabilidad social, ambiental y nutricional. Para lograr un verdadero impacto, los consumidores deben reconectar con los procesos de producción, elegir conscientemente y exigir políticas públicas efectivas que prioricen la salud y la sostenibilidad.
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