El gobierno de Estados Unidos dio un paso inédito en su estrategia industrial y geopolítica: convertirse en accionista de Vulcan Elements, una start-up dedicada a la transformación de tierras raras, con el objetivo de fortalecer la producción nacional de materiales clave para sectores tecnológicos y militares. La decisión refleja el creciente interés de Washington por asegurar el suministro de estos recursos estratégicos ante la amplia dependencia de China, país que domina más del 90% del mercado mundial de refinación.
¿Por qué Estados Unidos quiere producir sus propias tierras raras?
Las tierras raras son un grupo de 17 metales indispensables en la fabricación de productos de alta tecnología: desde motores eléctricos, turbinas eólicas y drones militares, hasta teléfonos inteligentes, misiles guiados y vehículos autónomos. Aunque no son escasas en la naturaleza, su procesamiento es complejo, costoso y contaminante, razón por la que China se convirtió, durante décadas, en el centro mundial del refinado y la exportación.
En medio de tensiones comerciales y riesgos de restricción de suministro, Estados Unidos intenta recuperar la capacidad industrial para producir estos minerales dentro de su territorio, reduciendo así su vulnerabilidad estratégica y económica.
Vulcan Elements: la empresa que fabricará imanes de alto rendimiento en territorio estadounidense
La start-up Vulcan Elements, con sede en Carolina del Norte, fabrica imanes de alta potencia basados en aleaciones que incluyen neodimio, uno de los metales de tierras raras más demandados en la industria aeroespacial, de defensa y automotriz. Además de producir estos componentes, la empresa planea procesar tierras raras en su planta ubicada en Research Triangle Park, uno de los centros tecnológicos más importantes del país.
Se trata de un avance clave, ya que Estados Unidos posee reservas minerales, pero casi toda su producción debe enviarse a China para refinación, regresando al país en forma de materiales procesados o productos terminados.
La inversión público-privada que busca acelerar la independencia industrial
El financiamiento acordado convierte al gobierno estadounidense en accionista de Vulcan Elements a través de un esquema mixto:
- 550 millones de dólares aportados por inversionistas privados
- 620 millones en préstamo federal
- 50 millones en subsidio directo
- Acciones entregadas al gobierno como contraparte económica
Además, Washington otorgará 80 millones de dólares a ReElement Technologies, otra empresa estadounidense que produce tierras raras listas para su transformación industrial y que ya firmó un acuerdo de suministro con Vulcan.
Según el secretario de Comercio, Howard Lutnick, la operación permitirá “acelerar la producción en Estados Unidos de imanes derivados de tierras raras para la industria nacional”, reduciendo la exposición al mercado chino.
El contexto: guerra comercial, aranceles y amenaza de embargo tecnológico
Desde 2023, China ha impuesto restricciones progresivas a la exportación de ciertos minerales estratégicos. Estas medidas han sido interpretadas como una respuesta a las políticas de Estados Unidos para frenar el desarrollo tecnológico chino mediante controles de exportación de chips avanzados y maquinaria de fabricación de semiconductores.
A inicios de octubre, el presidente Donald Trump había amenazado con duplicar los aranceles a productos chinos, lo que elevó la posibilidad de enfrentamientos comerciales más agresivos en áreas críticas como energía, defensa y electrónica.
Aunque Washington y Pekín alcanzaron un acuerdo parcial que suspendió nuevos aranceles, la situación reafirmó la necesidad de garantizar insumos estratégicos sin depender de rivales geopolíticos.
Un movimiento clave en la reconfiguración industrial global
La apuesta por Vulcan Elements forma parte de un programa más amplio de reindustrialización estadounidense que incluye chips, baterías, energía limpia y sectores militares. Al igual que la reciente Ley CHIPS para semiconductores, la inversión en tierras raras responde a la lógica de seguridad nacional antes que a la lógica comercial.
Expertos en política industrial afirman que la transición energética y la economía digital requieren acceso estable a metales estratégicos, y que los países que controlen la cadena de valor tendrán ventaja en innovación, empleo y defensa.
La entrada del gobierno de Estados Unidos como accionista en una empresa de tierras raras marca un cambio profundo en la política industrial norteamericana: de depender del mercado global a invertir directamente en sectores considerados vitales para la seguridad nacional.
Aunque la producción local tardará años en igualar la escala china, el movimiento envía un mensaje claro: la nueva competencia geopolítica se libra en la industria, los minerales y la tecnología, y Estados Unidos no está dispuesto a quedar atrás.


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