La criptomoneda que nació en 2013 buscando convertirse en una parodia del Bitcoin, ocupa el octavo puesto entre las monedas con mayor capitalización del mercado al momento de redacción de este artículo.
Aunque su cotización sea mucho menor a la de btc usd, Dogecoin no deja de sorprender a propios y ajenos por su potencial para «institucionalizarse». En octubre dio uno de los saltos más importantes en este camino, a través de su llegada a Wall Street con un fondo cotizado en bolsa (ETF).
La ironía es que este activo, nacido para reírse de la fiebre cripto, se ha convertido en un producto financiero regulado, con todo lo que eso implica. Sin embargo, no todo lo que brilla es oro (digital) y en este artículo demostraremos cuáles son los bemoles de esta criptomoneda,
Empezó como una broma…
En 2013 dos ingenieros, Billy Markus (IBM) y Jackson Palmer (Adobe), idearon una criptomoneda con la idea de burlarse del tono mesiánico de los primeros defensores del Bitcoin.
Con un tono irreverente, se inspiraron en el meme del perro japonés Shiba Inu (el “doge” de Internet) y lanzaron el activo digital con la idea de que fuera una criptomoneda accesible y muy alejada de los inversores serios o de los gráficos de Wall Street.
La red de Dogecoin se basó en Luckycoin, una bifurcación de Litecoin, y emplea el algoritmo Scrypt, menos exigente en términos energéticos que el de Bitcoin.
Lo que los creadores jamás imaginaron fue que esa parodia llegaría a tener una comunidad de millones de personas repartidas en todo el mundo, con un crecimiento astronómico, derivado en parte de su aplicación como herramienta de micropagos y propinas en foros como Reddit y Twitter.
… y terminó en el Top 10 de criptomonedas.
Elon Musk, el magnate de Tesla y SpaceX adoptó Dogecoin como su “criptomoneda favorita”, llegando incluso a mencionarla durante una participación en el programa Saturday Night Live en 2021.
Su mezcla de entusiasmo y sarcasmo hizo que el precio se disparara… y luego colapsara en cuestión de horas. Dogecoin alcanzó su máximo histórico (ATH) de 0,739 dólares en mayo de 2021 y así trepó al ranking por primera vez, de donde nunca bajaría.
Hoy ocupa el octavo puesto mundial, con una capitalización superior a los 28 mil millones de dólares al momento de redacción de estas líneas, una cifra asombrosa de por sí, pero mucho más si se tiene en cuenta que el activo sigue siendo una broma con código abierto.
ETF de Dogecoin: el meme que llegó a Wall Street
En octubre de 2025 el ETF de DOGE por la Comisión del Mercado de Valores de Estados Unidos (SEC) para la gestora REX-Osprey. Cotiza bajo el símbolo DOJE y ya acumula más de 24,9 millones de dólares en activos bajo gestión.
La función de este activo es replicar el precio de Dogecoin, pero en la bolsa. Así permite que los inversores en bolsa adquieran un instrumento que los expone a DOGE sin necesidad de tener una billetera criptográfica.
La noticia marca un cambio de paradigma, ya que hasta hace poco, la SEC analizaba cada solicitud de ETF de criptomonedas caso por caso, un proceso que podía extenderse hasta 240 días.
Desde 2025, el organismo introdujo nuevos estándares genéricos de cotización, reduciendo el plazo de revisión a 75 días y facilitando la aprobación de fondos vinculados a activos digitales.
En otras palabras, el ETF de Dogecoin no cambia su esencia de memecoin. Solo facilita que más gente pueda especular con ella desde un entorno regulado. Esto, según los especialistas y catedráticos, podría suponer un incremento del riesgo para los inversores «amateur».
Por qué Dogecoin es un activo más riesgoso que Bitcoin
Los inversores que no se especializan en criptomonedas tienden a ver el grupo como un conjunto. Sin embargo, hay muchas diferencias entre las memecoins, otras altcoins y Bitcoin.
El BTC tiene un suministro máximo de 21 millones de monedas, que se alcanzará después del 2100. Sin embargo, Dogecoin no tiene un tope, por lo que se considera que es una criptomoneda inflacionaria. Se generan unos 5.000 millones de DOGE nuevos al año, lo que significa que su valor tiende a diluirse con el tiempo.
Este diseño, pensado originalmente para que las monedas fueran abundantes y baratas, hoy plantea un serio problema, ya que la oferta infinita impide que Dogecoin sea un depósito de valor. Si BTC pretende ser un metal precioso, DOGE es la moneda de un país del tercer mundo, sujeta a los deseos de emisión de su banco central.
Otra inyección de volatilidad es que su precio depende más del sentimiento social que de los fundamentos tecnológicos. Un tuit de Elon Musk o su mención en algún grupo de Reddit puede disparar su cotización… o hacerla caer en picado, indistintamente.
La naturaleza inflacionaria de Dogecoin
El algoritmo de Dogecoin permite la emisión de aproximadamente 10.000 monedas por minuto, lo que mantiene el sistema activo pero limita el potencial de escasez que caracteriza a Bitcoin.
Aunque el BTC tuvo ciclos de altísima volatilidad, los expertos de Binance Research indican que «la propiedad institucional de Bitcoin ha pasado del 0,9% en 2014 al 19,8% en la actualidad, lo que podría implicar correcciones más moderadas».
En el caso de DOGE, ninguno de estos indicadores está presente y, aunque tener su ETF suele ser sinónimo de estabilidad, en el caso de Dogecoin, podría ser la formalización de la especulación.


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