El conflicto comercial entre China y Estados Unidos parece entrar en una nueva fase de distensión. Ambas naciones anunciaron que reanudarán las negociaciones la próxima semana en Malasia, con el objetivo de frenar una posible escalada arancelaria y preparar el terreno para un eventual encuentro entre Donald Trump y Xi Jinping durante la cumbre de la APEC en Corea del Sur.

La decisión se produce luego de una videollamada de alto nivel entre el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, y el viceprimer ministro chino, He Lifeng, donde ambas partes destacaron que las conversaciones fueron “francas, profundas y constructivas”.

Un intento por calmar la guerra de tarifas

El diálogo llega en un momento crítico. La semana pasada, China anunció nuevas restricciones a la exportación de tierras raras, minerales esenciales para la fabricación de productos tecnológicos, sistemas de defensa y vehículos eléctricos. En respuesta, Trump amenazó con imponer aranceles del 100% a las importaciones chinas, lo que encendió las alarmas en los mercados internacionales.

Aunque los gravámenes bilaterales habían disminuido tras años de tensiones, el riesgo de una nueva guerra comercial volvió a surgir con fuerza desde el regreso del republicano a la Casa Blanca. En su segundo mandato, Trump ha retomado una política económica más proteccionista, buscando presionar a China para equilibrar la balanza comercial y reducir la dependencia estadounidense de los suministros asiáticos.

Los expertos advierten que una nueva ronda de tarifas podría afectar a múltiples sectores, desde la tecnología y la energía limpia, hasta el mercado automotriz y agrícola, en un momento en que ambas economías buscan estabilidad frente a la desaceleración global.

Negociaciones estratégicas en un terreno neutral

La elección de Malasia como sede para las próximas conversaciones no es casual. El país del sudeste asiático mantiene buenas relaciones con ambos gobiernos y se ha convertido en un actor clave en las cadenas de suministro globales que Estados Unidos busca diversificar.

Según fuentes citadas por la prensa estatal china, la nueva ronda de diálogo busca “evitar una confrontación innecesaria” y avanzar hacia “una relación económica más equilibrada y predecible”.

Además de Bessent y He Lifeng, en las conversaciones participará el representante comercial de Estados Unidos, Jamieson Greer, quien ha liderado las recientes políticas arancelarias del gobierno de Trump. Por el lado chino, el equipo incluirá a altos funcionarios del Ministerio de Comercio y de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma.

El objetivo inmediato es detener nuevas medidas unilaterales antes de que puedan afectar el comercio bilateral, que supera los 600 mil millones de dólares anuales.

La respuesta del G7 y del FMI

Mientras Washington y Pekín intentan acercar posiciones, los países del G7 han comenzado a coordinar una respuesta conjunta frente a las restricciones chinas. Según el comisario de Economía de la Unión Europea, Valdis Dombrovskis, los ministros acordaron diversificar sus fuentes de suministro de tierras raras, aunque reconocen que el proceso podría tardar años.

El ministro de Finanzas alemán, Lars Klingbeil, expresó su deseo de que la eventual reunión entre Trump y Xi “ayude a descomprimir las tensiones comerciales” y permita restablecer la confianza entre ambas potencias.

Por su parte, la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, afirmó que un acuerdo comercial sería “crucial para la estabilidad global”, ya que la incertidumbre generada por las disputas arancelarias ha afectado el crecimiento mundial y los flujos de inversión.

Una tregua frágil con impacto global

Aunque los anuncios generan cierto optimismo, la tregua sigue siendo frágil. Los analistas recuerdan que en ocasiones anteriores las negociaciones se han roto abruptamente por diferencias sobre propiedad intelectual, subsidios estatales o transferencia de tecnología.

De hecho, desde 2018, cuando comenzó la primera guerra comercial entre Estados Unidos y China, ambos países han impuesto miles de millones en aranceles cruzados, lo que impactó a empresas y consumidores en todo el mundo.

Si bien el diálogo en Malasia representa una oportunidad para restablecer la cooperación económica, también será una prueba diplomática clave para medir la disposición real de ambas partes a ceder.

El nuevo acercamiento entre China y Estados Unidos abre una ventana de esperanza en medio de una coyuntura marcada por tensiones geopolíticas y presiones económicas. La reanudación de las negociaciones comerciales en Malasia podría marcar el inicio de un ciclo de mayor estabilidad, pero el desenlace dependerá de la voluntad política de ambas potencias para evitar una nueva escalada arancelaria que, una vez más, pondría en jaque al comercio global.