La guerra comercial entre China y Estados Unidos vuelve a escalar. En medio de un clima de desconfianza, ambos países se preparan para una reunión decisiva entre Donald Trump y Xi Jinping, que podría definir el rumbo de la economía global. Sin embargo, el mensaje de Pekín fue tajante:
“Si quieren luchar, lucharemos hasta el final”.
Un conflicto que reaviva las tensiones globales
Desde febrero, las medidas arancelarias de Trump han elevado la tensión. Lo que comenzó con un 10 % de arancel sobre productos chinos escaló hasta 145 % en apenas tres meses, mientras China respondió con aumentos similares. Aunque recientemente Washington anunció una pausa en la aplicación de nuevos aranceles, Pekín dejó claro que no retrocederá ante presiones externas.
El secretario del Tesoro, Scott Bessent, señaló que la relación bilateral “ha desescalado sustancialmente” y que la Casa Blanca busca diálogo. Sin embargo, en los pasillos del Ministerio de Comercio chino, la narrativa es distinta: resistencia, firmeza y defensa del comercio soberano.
Trump y Xi: un encuentro que definirá el futuro económico
La esperada reunión en el foro Asia-Pacífico de Corea del Sur, a finales de octubre, se perfila como un punto de inflexión. Trump busca un acuerdo que estabilice los mercados y refuerce su posición política, mientras Xi Jinping intenta proyectar la imagen de una China fuerte, dispuesta a defender su modelo económico ante cualquier ataque.
Ambos líderes llegan con objetivos claros: Trump quiere evitar una nueva recesión antes de las elecciones, y Xi busca reafirmar su autoridad interna tras meses de presión económica.
Entre la negociación y el desafío
A pesar del tono beligerante, hay espacio para el diálogo. Bessent confirmó que Washington y Pekín mantienen contactos constantes, lo que abre la posibilidad de una tregua temporal. Pero el discurso chino —“luchar hasta el final”— no es solo retórica: es una estrategia de disuasión ante futuras sanciones y una señal a sus aliados comerciales.
Mientras tanto, los mercados globales observan con cautela. Cada declaración mueve el valor del yuan y del dólar, mientras las bolsas asiáticas reaccionan con volatilidad. La posibilidad de un nuevo ciclo de represalias preocupa a los analistas, que advierten que una ruptura total podría desestabilizar la economía mundial.
Una guerra sin vencedores claros
En el fondo, tanto Estados Unidos como China saben que esta guerra comercial no deja ganadores. Las cadenas de suministro se han visto afectadas, los consumidores enfrentan precios más altos y las tensiones políticas se traducen en incertidumbre económica.
El próximo encuentro entre Trump y Xi podría abrir un nuevo capítulo: el de la diplomacia pragmática o el del conflicto prolongado. De su resultado dependerá no solo el rumbo de ambas potencias, sino la estabilidad de la economía internacional.


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