El 30 de mayo de 2025, una grave demanda civil sacudió los cimientos de la NBA, apuntando directamente a Zion Williamson, el talentoso ala-pívot de los New Orleans Pelicans y primera selección del Draft de 2019. La demanda, presentada ante el Tribunal Superior de Los Ángeles por una mujer identificada como «Jane Doe», alega un «patrón continuo de comportamiento abusivo, controlador y amenazante» a lo largo de una relación que, según la demandante, se extendió por cinco años, desde 2018 hasta 2023.
Los detalles de la acusación son escalofriantes. Se detallan múltiples incidentes de violencia sexual, incluyendo dos presuntas violaciones en Beverly Hills en septiembre y octubre de 2020.
Las alegaciones incluyen estrangulamiento, amenazas de muerte a la demandante y su familia, abuso físico (como patadas y ser golpeada con la puerta de un coche), y asfixia hasta la pérdida de conocimiento.
Detalles del suceso
Además, se afirma que Williamson le quitó temporalmente el teléfono móvil y el portátil a la demandante después de los incidentes. La demandante, buscando una compensación por el presunto daño emocional, exige entre 18 y 50 millones de dólares en daños.
El equipo legal de Williamson no ha tardado en contraatacar. Su abogado, Michael Balascio, ha calificado las acusaciones de «categóricamente falsas y temerarias», acusando a la demandante de extorsión, un hecho que, según él, ya ha sido reportado a las autoridades.
Balascio insiste en que la relación entre Williamson y la demandante fue «consensual y casual», iniciada hace más de seis años cuando el jugador tenía 18 años, y que las demandas monetarias surgieron solo después de que la relación terminó.
Contrademandas por difamación
Más aún, Williamson planea presentar contrademandas por difamación, alegando que la demandante busca explotar a un atleta profesional con motivos puramente financieros. Un detalle crucial que la defensa ha señalado es que esta es la «tercera serie de abogados» de la demandante. Esta observación, aunque busca socavar la credibilidad de la acusación, también podría interpretarse como la persistencia de una persona en busca de justicia.
Las reacciones a este escándalo no se han hecho esperar. La propietaria de los Pelicans, Gayle Benson, ha minimizado la situación, afirmando que «la gente puede demandarte por cualquier cosa» y que «puedes ser inocente o no, así que es algo que la gente hace desafortunadamente».
Esta declaración, aunque busca proteger el activo de la franquicia, podría ser percibida como insensible ante la gravedad de las acusaciones y la creciente sensibilidad pública hacia los casos de abuso. Este escándalo no llega en el vacío para Williamson.
El jugador ya cumplió una suspensión de un partido por «no cumplir con los estándares del equipo» a principios de esta temporada, asumiendo «toda la responsabilidad» por llegar tarde a actividades del equipo.
Problemas fuera de la cancha
Este antecedente, aunque no directamente relacionado con las acusaciones actuales, alimenta la narrativa de problemas fuera de la cancha que han afectado su carrera. A esto se suma su historial de lesiones, que lo ha mantenido fuera de 258 de 472 partidos de temporada regular en seis años, sembrando dudas sobre su durabilidad y compromiso.
La batalla legal que enfrenta Williamson se ha convertido en un espectáculo de alto riesgo, un juicio público que trasciende los tribunales. La demanda por una suma tan elevada, junto con las contrademandas por extorsión, eleva la confrontación a un nivel de drama sin precedentes.
La mención de que la demandante ha recurrido a una «tercera serie de abogados» añade una capa de intriga, llevando a la opinión pública a cuestionar si se trata de una búsqueda incansable de justicia o de una estrategia financiera agresiva.
Resolución que definirá su futuro
El resultado de este litigio no solo definirá el futuro de Williamson, sino que también sentará un precedente sobre cómo la NBA y sus estrellas gestionarán acusaciones de esta magnitud en el futuro, impactando contratos y responsabilidades de los equipos.
La fragilidad de la imagen de un atleta se expone brutalmente en este caso. La carrera de Williamson, ya marcada por la inconsistencia debido a las lesiones y una suspensión previa por problemas disciplinarios, ahora se ve gravemente comprometida por estas acusaciones de abuso.
Independientemente de la veracidad final de los hechos, el daño a su reputación y valor de marca es innegable. Las acusaciones, al generar una «atención negativa», ponen en riesgo sus acuerdos de patrocinio, la percepción de los aficionados y, en última instancia, su comercialización a largo plazo y su legado en la liga.
La postura de la propietaria de los Pelicans, aunque pragmática desde un punto de vista empresarial, podría ser un arma de doble filo, arriesgándose a alienar a una audiencia cada vez más consciente de la importancia de la responsabilidad social.
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