Se esperaban fuegos artificiales, pero fue una partida de ajedrez. Katie Taylor venció a Amanda Serrano por tercera vez, cerrando una de las trilogías más grandes del boxeo femenino con una victoria inteligente pero sin el drama que la hizo legendaria.
El Escenario: Madison Square Garden, Testigo de un Final Inesperado
La rivalidad entre Katie Taylor y Amanda Serrano se había grabado en la historia del boxeo. Sus dos primeros enfrentamientos fueron clásicos instantáneos, batallas brutales y reñidas que elevaron el boxeo femenino a nuevas alturas, culminando con el primer evento estelar femenino en la historia del Madison Square Garden. La expectación para la tercera pelea, de nuevo en el MSG ante más de 19,000 aficionados, era máxima. Se esperaba el capítulo final y definitivo de una guerra épica.
Sin embargo, lo que se vio sobre el ring fue un anticlímax. La pelea, que Taylor ganó por decisión mayoritaria (97-93, 97-93, 95-95), careció de la ferocidad y los intercambios dramáticos que definieron los dos primeros combates. Fue una pelea táctica, cerebral y, para muchos, decepcionante.
La Táctica Fallida de Serrano y la Inteligencia de Taylor
La clave de la pelea residió en un cambio estratégico fundamental por parte de Amanda Serrano, que resultó ser un error garrafal. En los dos primeros combates, su mayor éxito llegó cuando presionaba, acortaba la distancia y lanzaba ráfagas de golpes para forzar a Taylor a una guerra de trincheras. En esta ocasión, intentó algo diferente.
«Intenté algo diferente, se trataba de pelear más inteligentemente, no más duro. Estaba tratando de mantener mi distancia porque [ir hacia adelante] no funcionó en las dos primeras peleas», admitió Serrano tras la derrota.
Este enfoque cauteloso y a distancia neutralizó su propia mayor fortaleza. El resultado fue una producción de golpes drásticamente menor por parte de ambas luchadoras. Según las estadísticas, ambas conectaron exactamente 70 golpes. Una cifra pálida en comparación con la revancha, donde Serrano lanzó 734 golpes y Taylor 529.
Katie Taylor, por su parte, ejecutó un plan de pelea brillante. Aprovechando la pasividad de Serrano, la campeona irlandesa usó su superioridad técnica, su movimiento de piernas y su boxeo inteligente para controlar el ritmo y la distancia. No se vio en apuros en ningún momento y, aunque no fue espectacular, su actuación fue una clase magistral de disciplina y ejecución. «Obviamente, planeaba pelear de forma disciplinada e inteligente. Afortunadamente, pude ejecutar el plan de juego muy bien», declaró Taylor.
El Veredicto del Juez: Un Final sin Gloria pero con un Legado Intacto
La pelea fue tan reñida en cada asalto que el resultado final era incierto, pero la sensación general era que Taylor había hecho lo suficiente. Cuando se anunció el empate en una de las tarjetas, la propia Serrano pareció saber que la victoria se le escapaba.
El veredicto de Sport Judge es que la trilogía Taylor-Serrano terminó con un susurro en lugar de una explosión. Serrano apostó por una táctica que traicionaba su esencia de guerrera y pagó el precio. Taylor demostró que no solo es una luchadora valiente, sino también una boxeadora sumamente inteligente, capaz de ganar de diferentes maneras.
Aunque la pelea final no estuvo a la altura de sus predecesoras, el legado de esta rivalidad es monumental. Taylor y Serrano no solo protagonizaron combates inolvidables, sino que rompieron barreras y crearon oportunidades para toda una generación de boxeadoras, como lo demostró la cartelera de la noche, compuesta exclusivamente por peleas femeninas con 17 títulos mundiales en juego. Taylor cerró la puerta a una cuarta pelea, y con razón. El capítulo está cerrado. La rivalidad, para siempre en la historia.


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