La lluvia no apagó la pasión en el clásico nacional
La Ciudad de México amaneció con cielos grises y la lluvia parecía amenazar con opacar el espectáculo del clásico nacional entre Chivas y América. Sin embargo, el agua que corrió como ríos en las calles aledañas al Estadio Ciudad de los Deportes no impidió que miles de aficionados se dieran cita, armados con impermeables, chamarras y cánticos que anunciaban una batalla más en la rivalidad más grande del fútbol mexicano.
Un ambiente de fiesta y rivalidad
Desde las gradas, ondeaban no solo las banderas rojiblancas y azulcremas, sino también símbolos patrios que conmemoraban el mes de la Independencia de México. Fue un marco único: un partido que no solo representaba la lucha por tres puntos en la Liga MX, sino también el orgullo de dos aficiones que cargan con décadas de historia. Entre fuegos artificiales y gritos de guerra, la lluvia se convirtió en parte del espectáculo, como un telón natural para uno de los encuentros más esperados del año.
Recuerdos de derrotas y la revancha en la voz de la afición
Los cánticos de burla no se hicieron esperar. “Llora, llora, llora Rebaño”, gritaban los americanistas recordando la goleada 4-1 de la Copa de Campeones de Concacaf. Pero los rojiblancos tenían razones para responder con orgullo: el gol de Roberto Alvarado no solo abrió el marcador, también representó una revancha largamente esperada, pues Chivas no derrotaba al América en fase regular desde 2017.
Protagonistas dentro y fuera de la cancha
El partido había generado expectativa por la titularidad del francés Allan Saint-Maximin en el América y la posible presencia de Javier “Chicharito” Hernández en Chivas. Sin embargo, mientras el europeo se mostró como uno de los jugadores más peligrosos, el delantero mexicano permaneció en la banca, aún bajo cuestionamientos por su nivel. Gabriel Milito, técnico del Guadalajara, prefirió un esquema sin centrodelantero fijo, apostando por la movilidad de sus mediocampistas.
Un clásico marcado por emociones fuera del fútbol
El encuentro también tuvo un momento de profunda emotividad con un minuto de silencio en honor a las víctimas de la explosión de una pipa de gas en el puente de La Concordia. Las luces, los fuegos artificiales y los cánticos se detuvieron para rendir homenaje, demostrando que el clásico no solo es pasión deportiva, sino también un espacio de unión y memoria.
La jugada que cambió el destino
Cuando el partido parecía condenado al empate, un centro de Erick Gutiérrez encontró solo a Roberto Alvarado, quien se barrió para marcar el 1-0 al minuto 62. La euforia rojiblanca retumbó en el estadio, incluso mientras el jugador salía lesionado tras torcerse el tobillo en las complicadas condiciones del campo.
La reacción americanista y el golpe final
Las Águilas intentaron reaccionar sin su cerebro, Álvaro Fidalgo, ausente por lesión. Henry Martín y Brian Rodríguez buscaron el empate, pero la férrea defensa de Chivas mantuvo el orden. André Jardine, desesperado en la banca, multiplicaba las indicaciones mientras veía cómo la esperanza se desvanecía. El golpe final llegó al minuto 88 con el tanto de Armando González, que silenció a los azulcremas y selló la victoria 2-1 para los tapatíos.
Una victoria con sabor histórico
Más allá del marcador, esta victoria rojiblanca tiene un peso simbólico: representa el regreso de Chivas al protagonismo en el clásico nacional, bajo la lluvia, en el mes patrio y después de años de frustraciones ante su eterno rival. Fue un triunfo con el que la afición del Guadalajara no solo celebró tres puntos, sino la reivindicación de su orgullo y la confirmación de que la rivalidad con el América sigue tan viva como siempre.


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