Una sorprendente conexión entre la calidad del sueño y el riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer ha sido revelada por un grupo de investigadores en Estados Unidos, abriendo una nueva y prometedora vía de prevención y tratamiento. Según un estudio preclínico, un fármaco comúnmente recetado para el insomnio, conocido como Lemborexant (comercializado como Dayvigo), podría ser una herramienta inesperada en la lucha contra esta devastadora enfermedad neurodegenerativa.
La investigación, liderada por científicos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington y publicada en la prestigiosa revista Nature Neuroscience, demostró que el Lemborexant no solo restaura patrones de sueño más saludables, sino que también previene la acumulación de una forma anormal de la proteína Tau en el cerebro de ratones. Esta proteína es considerada uno de los principales motores del daño neurológico en el Alzheimer y otras demencias relacionadas.
La conexión crucial: Sueño, Orexina y Proteína Tau
Durante mucho tiempo, los científicos han sabido que la falta de sueño es un factor de riesgo para el Alzheimer. Sin embargo, este estudio profundiza en el mecanismo subyacente. El Lemborexant pertenece a una clase de medicamentos llamados antagonistas duales de los receptores de orexina.
* ¿Qué es la orexina? Es un neuropéptido producido en el hipotálamo que nos mantiene despiertos y alerta. En personas con trastornos del sueño, y en modelos animales de Alzheimer, la señalización de la orexina puede volverse hiperactiva, provocando un sueño fragmentado.
* ¿Cómo actúa el fármaco? Al bloquear los receptores de orexina, el Lemborexant «apaga el interruptor» de la vigilia, permitiendo que el cerebro entre en un sueño más profundo y reparador.
La parte más revolucionaria del hallazgo es cómo este sueño mejorado impacta a la proteína Tau. En un cerebro sano, la Tau ayuda a estabilizar la estructura interna de las neuronas. En el Alzheimer, la Tau se modifica químicamente (un proceso llamado fosforilación anormal), formando ovillos tóxicos dentro de las neuronas que interrumpen la comunicación celular y conducen a su muerte.
«Hemos demostrado que el Lemborexant mejora el sueño y reduce la Tau anormal, que parece ser un motor principal del daño neurológico que vemos en el Alzheimer. Esperamos que este hallazgo conduzca a más estudios», afirmó el Dr. David M. Holtzman, autor principal del estudio.
Resultados del estudio: Menos Tau y protección cerebral
Los investigadores administraron Lemborexant a ratones genéticamente modificados para acumular la proteína Tau. Los resultados fueron notables:
* Mejora del sueño: El fármaco mejoró significativamente la calidad del sueño en los ratones, específicamente el sueño no REM, que es crucial para la limpieza de desechos cerebrales.
* Reducción de la Tau patológica: El tratamiento disminuyó drásticamente la acumulación de Tau anormalmente fosforilada y su propagación en el cerebro.
* Protección contra la neurodegeneración: Los ratones tratados mostraron una menor atrofia cerebral y una reducción de la inflamación crónica (microgliosis reactiva) asociada al daño por Tau.
Es importante destacar que otro fármaco para dormir, el zolpidem, que no actúa sobre el sistema de orexina, no produjo los mismos efectos neuroprotectores, lo que sugiere que el mecanismo específico de bloqueo de la orexina es clave.
Un giro inesperado: Diferencias de sexo y el papel del Amiloide
La investigación arrojó un resultado sorprendente y aún sin explicación concluyente: los efectos neuroprotectores del Lemborexant se observaron solo en los ratones macho. Los investigadores están trabajando para entender por qué las hembras no respondieron de la misma manera, un hallazgo que subraya la importancia de considerar las diferencias de sexo en la investigación médica.
Además, es crucial recordar que la Tau no es la única villana en la historia del Alzheimer. Las placas de beta-amiloide, que se forman fuera de las neuronas, también juegan un papel fundamental y, de hecho, se cree que su acumulación precede y desencadena los cambios en la proteína Tau.
Los científicos deberán evaluar si la reducción de Tau inducida por el sueño es suficiente para frenar la enfermedad de manera significativa en humanos, donde la patología es más compleja.
¿Qué significa esto para el futuro del tratamiento del Alzheimer?
Aunque estos resultados provienen de un estudio en animales y deben ser tratados con cautela, abren una puerta fascinante. Sugieren que mejorar la calidad del sueño a través de mecanismos específicos podría ser una estrategia terapéutica viable para prevenir o ralentizar la neurodegeneración.
El siguiente paso lógico serían los ensayos clínicos en humanos para determinar si el Lemborexant, u otros fármacos similares, pueden replicar estos efectos protectores en personas en riesgo o en las primeras etapas del Alzheimer.
Este descubrimiento refuerza un mensaje de salud pública cada vez más importante: priorizar el sueño no es un lujo, sino una necesidad fundamental para la salud del cerebro a largo plazo.


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