La Navidad: Entre el brillo de las luces y las sombras de la realidad
Las festividades navideñas despiertan sentimientos encontrados. Para algunos, son sinónimo de alegría y unión familiar; para otros, representan un tiempo de nostalgia, tristeza o incluso de reflexión crítica. Más allá de los abrazos, las cenas y los intercambios de regalos, hay un trasfondo que merece atención: la contradicción de celebrar el nacimiento de un niño en la pobreza mientras nos rodeamos de lujos y excesos.
André Comte-Sponville, filósofo francés, describe esta paradoja con crudeza: “Es injusto festejar a un niño nacido en un establo con un ambiente de lujo, mientras la miseria encierra cruelmente a otros en la frustración”.
El lado comercial de la Navidad: ¿un regalo o una carga?
El filósofo denuncia cómo el capitalismo ha envuelto estas fechas en un manto de consumismo, donde la felicidad parece medirse en regalos. Esta «felicidad impuesta» refleja una sociedad que, en su afán por cumplir con tradiciones, olvida la esencia de estas fechas: compartir, reflexionar y ser solidarios.
La figura de Santa Claus, según Sponville, es el primer engaño que transmitimos a los niños, perpetuando la idea de que la felicidad proviene de lo material. Pero, ¿qué ocurre con aquellos que no tienen acceso a estos lujos? En un país como México, basta detenerse en un semáforo para observar la injusticia que estas fechas magnifican.
Reflexiones desde el Evangelio: Justicia y capitalismo
“¿Es compatible el cristianismo con el capitalismo?”, pregunta Sponville. Durante mucho tiempo, los valores del Evangelio, basados en la humildad, la solidaridad y el amor al prójimo, parecían incompatibles con un sistema centrado en la acumulación de riqueza. Hoy, la riqueza parece haber sido desculpabilizada, relegando los valores originales de estas fechas a un segundo plano.
El mensaje oculto en la Navidad
Más allá de la crítica, estas fechas ofrecen una oportunidad para reflexionar. El nacimiento de Jesús en un humilde establo representa un llamado a la empatía y la solidaridad. Sin embargo, como señala el filósofo, “queda el niño desnudo, entre el buey y el asno, aquel que acabará en una cruz”.
Es una invitación a mirar más allá de las luces y los adornos, a cuestionar nuestras prioridades y a recordar que la verdadera esencia de la Navidad no está en los regalos, sino en el amor, la esperanza y el compromiso con los demás.
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