lunes, diciembre 22, 2025

Mujeres todopoderosas: desmontando el mito del multitasking y la excelencia perpetua

“Las mujeres somos multitasking por naturaleza”, “tú puedes con ese peso”. Estas frases, nacidas de la admiración y el optimismo, esconden una realidad peligrosa: el agotamiento y la culpa. En un mundo que exige excelencia en todos los aspectos de la vida, ser mujer es, en sí mismo, un acto de resistencia.

En el trabajo, se espera que las mujeres den el 150% para ser tomadas en serio. En casa, la carga invisible recae sobre nosotras: somos organizadoras, cuidadoras, chefs, choferes y terapeutas. Pero eso no es todo, también debemos hacerlo luciendo impecables y evitando el envejecimiento a toda costa.

El problema no es nuestra capacidad —porque sí, somos increíblemente capaces—, sino los estándares imposibles que se nos imponen, que perpetúan un sistema desigual y nos dejan exhaustas.

Multitasking: ¿un don o un mecanismo de supervivencia?

El multitasking no es una virtud biológica, es un mecanismo de adaptación. A las mujeres no se nos otorgaron más horas al día, pero sí más tareas y responsabilidades.

La culpa como compañera constante:

  • Si priorizamos el trabajo, sentimos que descuidamos a la familia.
  • Si dedicamos más tiempo a la familia, nos reprochamos por no avanzar profesionalmente.
  • Incluso algo tan básico como el autocuidado se percibe como un lujo egoísta.

Nos enseñaron que pedir ayuda es una señal de debilidad y que descansar es un acto egoísta. Pero esta mentalidad nos lleva a una vida insostenible, cargando con la falsa creencia de que solo seremos valiosas si podemos con todo.


Redistribuir la carga: una solución necesaria

Es hora de desmantelar el mito de la mujer todopoderosa y aceptar que:

  1. No podemos hacerlo todo.
  2. No deberíamos hacerlo todo.

El equilibrio no se logra acumulando tareas, sino redistribuyéndolas y rompiendo con mandatos culturales que perpetúan la desigualdad. Aquí algunas ideas para comenzar:

  • Decir “no” sin culpa: Aprender a priorizar nuestras necesidades y límites.
  • Redistribuir las tareas domésticas: La carga no es solo nuestra; todos en casa pueden contribuir.
  • Aceptar la imperfección: Ser valiosa no depende de alcanzar estándares inalcanzables.
  • Pedir ayuda: Reconocer que necesitamos apoyo no nos hace menos capaces, nos hace humanas.

El derecho al descanso y a la imperfección

Reclamemos nuestro derecho a la pausa, a cuidar de nosotras mismas y a construir comunidades donde el cuidado sea mutuo y no recaiga siempre en una sola persona.

La plenitud no se encuentra en ser perfectas o “todopoderosas”, sino en aceptar nuestras limitaciones, celebrar nuestras fortalezas y disfrutar de cada etapa de la vida.

Conclusión: mujeres valiosas más allá del multitasking

No necesitamos ser todo para todos ni probar constantemente nuestra capacidad para ser suficientes. Somos valiosas por nuestra humanidad, no por nuestra capacidad de sacrificio.

La plenitud no se alcanza en la perfección, sino en la belleza de vivir plenamente, de aceptar la complejidad y de permitirnos ser imperfectas.

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