La vitamina K es un micronutriente esencial para la coagulación de la sangre y para mantener huesos fuertes. Sin ella, el cuerpo no puede activar proteínas clave que evitan hemorragias prolongadas, incluso ante heridas pequeñas.
Se trata de una vitamina liposoluble, es decir, se disuelve en las grasas y se almacena principalmente en el hígado. De acuerdo con MedlinePlus, una ingesta adecuada permite que el organismo responda correctamente ante lesiones y mantenga procesos vitales en equilibrio.
Aunque su deficiencia es poco común en adultos sanos, puede presentarse en personas con problemas de absorción de grasas, tratamientos prolongados con antibióticos o en recién nacidos. Por eso, a los bebés se les aplica vitamina K al nacer para prevenir sangrados graves.
Vitamina K y su papel en la salud de los huesos
Más allá de la coagulación, esta vitamina tiene un papel fundamental en el sistema óseo. Este nutriente activa proteínas que ayudan a fijar el calcio en los huesos, favoreciendo su densidad y resistencia.
Especialistas de la Clínica Universidad de Navarra señalan que una ingesta adecuada de vitamina K puede estar asociada con un menor riesgo de fracturas, sobre todo en adultos mayores, quienes enfrentan una pérdida natural de masa ósea con la edad.
Este beneficio cobra relevancia en etapas de mayor riesgo, como la menopausia o la vejez, cuando la fortaleza ósea se vuelve una prioridad para conservar la movilidad y prevenir caídas con consecuencias graves.
Tipos de vitamina K: K1 y K2
La vitamina K se presenta principalmente en dos formas. La vitamina K1, conocida como filoquinona, proviene sobre todo de alimentos de origen vegetal y es la más común en la dieta.
Por otro lado, la vitamina K2 o menaquinona se encuentra en productos de origen animal y alimentos fermentados. Además, pequeñas cantidades pueden ser producidas por las bacterias del intestino.
Aunque ambas participan en la coagulación, la K2 ha llamado la atención científica por su posible impacto adicional en la salud ósea y cardiovascular, al ayudar a dirigir el calcio hacia los huesos y no hacia las arterias.
Alimentos que aportan vitamina K de forma natural
Las verduras de hoja verde son la fuente más rica de vitamina K1. Espinacas, acelgas, col rizada, lechuga romana y hojas de mostaza contienen cantidades suficientes para cubrir las necesidades diarias con facilidad.
Otros vegetales como el brócoli, las coles de Bruselas, la coliflor y el repollo también aportan niveles importantes y son fáciles de integrar en comidas cotidianas.
En el caso de la vitamina K2, los alimentos de origen animal y fermentados cumplen un papel relevante. Carnes, hígado, huevos, pescado, lácteos y quesos contribuyen a diversificar la ingesta de este nutriente, especialmente cuando se combinan con verduras.

¿Cómo consumir vitamina K para aprovechar mejor sus beneficios?
Al ser una vitamina liposoluble, su absorción mejora cuando se consume junto con grasas saludables. Preparar verduras con aceite de oliva, aguacate o frutos secos ayuda a que el organismo la aproveche mejor.
Especialistas recomiendan mantener una dieta variada y constante, en lugar de buscar grandes cantidades en una sola comida. Así, se garantiza un aporte estable que favorece tanto la coagulación como la salud ósea.
En personas que toman anticoagulantes, es importante no hacer cambios bruscos en el consumo de vitamina K y consultar siempre con un profesional de la salud.


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