La libertad del verano y su lado oscuro digital
Verano significa libertad: días largos, noches sin prisa y horarios flexibles que liberan a jóvenes y adolescentes de la rutina escolar. Sin embargo, esa misma libertad ha dado paso a un fenómeno cada vez más común: el vamping, el hábito de pasar horas de la noche frente a pantallas, desplazando el descanso a un segundo plano.
De la desconexión al noctambulismo
Durante las vacaciones, el fin de los madrugones y la reducción de la supervisión adulta abren la puerta a que el tiempo frente al móvil, videojuegos o redes sociales se extienda hasta la madrugada. Según datos de PiLeJe, más del 50% de los adolescentes entre 12 y 17 años admiten usar dispositivos justo antes de dormir. Lo que desconocen son las consecuencias silenciosas de este hábito.
El impacto real del vamping
Expertos como Gloria R. Ben, psicóloga de Qustodio, advierten que el uso nocturno de pantallas no solo retrasa la hora de dormir, sino que fragmenta el descanso y reduce su calidad. Esto provoca efectos similares a un jet lag digital, con cansancio acumulado, falta de energía y menor rendimiento diario.
La ciencia detrás de la luz azul
La Harvard Health Publishing señala que la luz azul emitida por pantallas suprime la producción de melatonina hasta el doble de tiempo que la luz verde, alterando los ritmos circadianos y retrasando el inicio del sueño. La doctora Ángela Milán, neuróloga de la Clínica Universidad de Navarra, define este fenómeno como “insomnio tecnológico”: el cerebro interpreta que aún es de día y el cuerpo pierde horas valiosas de descanso.
El círculo vicioso del descanso
Menos sueño significa menos energía para actividades significativas. Esto lleva a buscar gratificaciones rápidas en el mundo digital, perpetuando el problema. Las redes sociales y su contenido corto y adictivo, como los vídeos verticales, intensifican esta dinámica, atrapando a los usuarios en un bucle nocturno difícil de romper.
Estrategias para recuperar la noche
La solución pasa por acuerdos familiares, desconexión digital al menos una hora antes de dormir y actividades relajantes como lectura, meditación o música suave. Escuchar a los adolescentes y comprender que muchas veces buscan conexión emocional en las pantallas es clave para proponer alternativas reales sin recurrir solo al castigo.
Dormir bien, el mejor lujo del verano
Lejos de las pantallas, el verano puede ser un aliado del descanso si se aprovecha para reconstruir hábitos saludables de sueño. El verdadero lujo estival podría ser cerrar los ojos a tiempo y despertar con energía, listos para disfrutar el día sin la resaca del vamping.


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