Imagina abrir TikTok “solo cinco minutos” y descubrir que pasaste media hora deslizando. No estás solo: las redes sociales están diseñadas para capturar nuestra atención con videos cortos, estímulos sonoros y recompensas inmediatas.
Este patrón de consumo no destruye la atención, pero sí la fragmenta. Así lo confirma Marian Berryhill, profesora de psicología en la Universidad de Nevada, quien asegura que los lapsos de atención se reducen, aunque el cerebro mantiene la capacidad de recuperarse con entrenamiento consciente.
La atención reducida: de dos minutos a 47 segundos
Gloria Mark, investigadora en la Universidad de California, estudió durante 20 años el efecto de las pantallas. Su hallazgo es impactante: en 2004, la atención sostenida promedio era de 2 minutos y medio; entre 2016 y 2020, cayó a solo 47 segundos.
La explicación está en la multiplicación de estímulos: notificaciones, multitarea, videos cortos y la constante sensación de urgencia que caracteriza al ecosistema digital.
Tipos de distracción y cómo afectan al día a día
Berryhill describe dos formas de distracción:
- Endógena: pensamientos internos o emociones.
- Exógena: estímulos externos como notificaciones, luces o sonidos.
Ambas cumplen una función adaptativa, pero el uso intensivo de redes sociales refuerza la expectativa de recompensas inmediatas, generando fatiga mental y sensación de insatisfacción constante.
¿Se perdió la atención para siempre?
La respuesta es no. Como explica Stephanie Lewis, especialista en salud mental, la atención no se destruye:
“Es una red de procesos que pueden agotarse, pero también entrenarse”.
El verdadero reto está en contrarrestar el agotamiento cerebral generado por la sobreexposición digital. Y ahí es donde entran los hábitos conscientes.
Estrategias para entrenar la concentración
Brian Bovee, autor de The Focused Faith, advierte que el principal riesgo es perder los periodos de concentración profunda. Para contrarrestarlo, recomienda:
- Crear espacios libres de distracciones.
- Recuperar prácticas analógicas como leer en papel o escribir a mano.
- Realizar pausas frecuentes durante la jornada laboral o de estudio.
- Limitar el tiempo en redes sociales con apps de control.
- Practicar meditación o mindfulness para entrenar el foco.
Por su parte, la psicóloga Nicole Issa destaca que pasar 15 minutos diarios en la naturaleza o incluso ver imágenes de agua en movimiento ayuda a reducir la fatiga mental y mejorar el estado de ánimo.
El cerebro es resiliente: la esperanza de la plasticidad
La neurociencia ofrece un mensaje alentador: gracias a la plasticidad cerebral, es posible readaptar nuestros hábitos y recuperar la capacidad de concentración profunda.
Esto significa que la atención no está condenada por las redes sociales, sino que depende de cómo gestionamos la relación con la tecnología.
Desconectar para reconectar
La era digital exige un equilibrio entre conexión y desconexión. Las redes sociales seguirán siendo parte de la vida moderna, pero está en nuestras manos decidir si nos fragmentan o si las utilizamos como herramientas sin perder la atención plena.
El desafío no es abandonar la tecnología, sino recuperar la concentración como un recurso valioso para vivir con mayor bienestar, productividad y claridad mental.


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