En una cafetería concurrida, Ana y Martín comparten una mesa. La charla fluye… hasta que un sonido familiar interrumpe. Martín, casi de forma automática, mira su celular. Ana espera. Diez segundos se vuelven eternos. “Perdón, era importante”, dice él. Ella sonríe, pero en su interior siente que la conversación ya no es la misma. Ese momento tiene nombre: phubbing.
¿Qué es el phubbing y por qué crece?
El término proviene de phone (teléfono) y snubbing (desaire). Significa ignorar a alguien para prestar atención a un dispositivo móvil. Lo que empezó como un gesto ocasional hoy es casi rutina. Se cuela en cenas familiares, reuniones de amigos e incluso en momentos íntimos de pareja.
Especialistas coinciden en que las causas incluyen el FOMO (miedo a perderse algo), la gratificación inmediata que producen las notificaciones y la presión social de estar siempre disponible. El resultado: una desconexión emocional que afecta la calidad de los vínculos.
Consecuencias emocionales y sociales
El phubbing va más allá de la incomodidad momentánea. Quien lo recibe puede sentirse ignorado, poco valorado e incluso desplazado. Estudios demuestran que deteriora la comunicación, reduce la empatía y puede generar soledad y estrés.
En parejas, erosiona la intimidad. En familias, interrumpe la conexión con los hijos. Entre amigos, transforma encuentros en momentos superficiales.
El círculo vicioso del phubbing
Lo más preocupante es su efecto contagio. Cuando alguien nos ignora para mirar su celular, es común que respondamos con la misma actitud. Así se crea un ciclo de desconexión que, con el tiempo, se normaliza.
Cómo romper el hábito y recuperar la conexión
La buena noticia es que se puede frenar. Expertos proponen:
- Momentos sin celular: comidas, charlas y citas libres de tecnología.
- Reducir notificaciones: eliminar alertas innecesarias para evitar distracciones.
- Espacios libres de tecnología: como la mesa del comedor o el dormitorio.
- Mindfulness y atención plena: entrenar la capacidad de estar presente.
- Modelar el ejemplo: especialmente en padres, que son referencia para sus hijos.
Pequeños cambios generan un gran impacto. Dejar el celular lejos durante una conversación o silenciarlo por un rato son pasos simples pero efectivos.
Una invitación a reconectar
El objetivo no es renunciar a la tecnología, sino usarla de manera consciente. Al poner la mirada en quien tenemos enfrente, recuperamos algo que ninguna pantalla puede dar: la sensación genuina de ser escuchado y valorado.
En tiempos de hiperconectividad, el mayor acto de amor, amistad o respeto puede ser tan sencillo como guardar el teléfono… y escuchar.


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