La lactosa es un tipo de azúcar presente de forma natural en la leche y sus derivados, como el yogur y el queso. Es un componente importante de la alimentación diaria, ya que aporta energía y nutrientes esenciales. Sin embargo, no todas las personas la digieren de la misma manera. La intolerancia a la lactosa es un problema común que afecta a millones de personas en todo el mundo y puede generar síntomas incómodos que afectan la calidad de vida.

Qué es la lactosa y cómo funciona en el cuerpo

La lactosa es un disacárido compuesto por glucosa y galactosa, dos azúcares simples que el organismo utiliza como fuente de energía. Para ser digerida correctamente, la lactosa necesita una enzima llamada lactasa, que se produce en el intestino delgado.

Cuando la lactosa llega al intestino y se encuentra con suficiente lactasa, se descompone en sus componentes simples y puede ser absorbida por el cuerpo. Esto permite aprovechar su contenido calórico y obtener otros nutrientes presentes en los lácteos, como calcio, vitamina D, fósforo y proteínas de alta calidad.

Beneficios de la lactosa para el organismo

Consumir lactosa y productos lácteos tiene varios beneficios:

• Fuente de energía rápida: la glucosa y la galactosa proporcionan combustible para las células del cuerpo.
• Salud ósea: favorece la absorción de calcio y vitamina D, esenciales para mantener huesos y dientes fuertes.
• Función muscular: el calcio y las proteínas de los lácteos contribuyen a la contracción y reparación muscular.
• Salud intestinal: algunos productos lácteos fermentados, como el yogur, ayudan a mantener una flora intestinal saludable.

Estos beneficios explican por qué los lácteos son recomendados en diversas etapas de la vida, desde la infancia hasta la edad adulta.

Cómo saber si eres intolerante a la lactosa

La intolerancia a la lactosa ocurre cuando el cuerpo no produce suficiente lactasa. Esto provoca que la lactosa no digerida llegue al intestino grueso, donde las bacterias la fermentan y producen gases y otros síntomas. Algunos signos comunes son:

• Dolor abdominal y calambres.
• Hinchazón y distensión abdominal.
• Gases y flatulencias frecuentes.
• Diarrea o evacuaciones blandas.
• Náuseas después de consumir lácteos.

Los síntomas pueden variar según la cantidad de lactosa ingerida y el nivel de lactasa que tenga cada persona. Existen diferentes grados de intolerancia, desde leve hasta severa, y algunas personas pueden tolerar pequeñas cantidades sin problemas.

Métodos para diagnosticar la intolerancia

Si sospechas que eres intolerante a la lactosa, es recomendable consultar a un médico. Algunos de los métodos de diagnóstico más comunes incluyen:

• Prueba de hidrógeno en aliento: mide el gas producido al fermentar la lactosa en el intestino.
• Prueba de tolerancia a la lactosa: evalúa cómo responde tu nivel de glucosa en sangre después de consumir lactosa.
• Dieta de eliminación: consiste en retirar los lácteos por un período y luego reintroducirlos gradualmente para identificar síntomas.

Estas evaluaciones permiten determinar si los malestares se deben a la lactosa u otras condiciones digestivas.

Alternativas para quienes no toleran la lactosa

Para las personas con intolerancia, no es necesario eliminar todos los lácteos, sino adaptar la dieta:

• Productos sin lactosa: leche, yogur y quesos especiales con lactosa reducida.
• Lácteos fermentados: el yogur y algunos quesos maduros contienen menos lactosa.
• Suplementos de lactasa: facilitan la digestión al consumir lácteos.
• Fuentes de calcio alternativas: almendras, brócoli, tofu y bebidas vegetales fortificadas.

Adoptar estas opciones permite disfrutar de los beneficios nutricionales de los lácteos sin sufrir síntomas incómodos.

La lactosa es un nutriente importante que aporta energía, calcio y otros elementos esenciales para la salud, pero algunas personas presentan intolerancia, lo que genera síntomas digestivos molestos. Identificar si eres intolerante a la lactosa es clave para adaptar tu alimentación sin sacrificar los beneficios de los lácteos. Con alternativas como productos sin lactosa, lácteos fermentados y suplementos específicos, es posible mantener una dieta equilibrada y disfrutar de una buena salud ósea y digestiva.