¿Has oído hablar de «Tralalero Tralalá»? Es parte del ‘Brainrot’, el contenido viral que consume la Gen Z. Descubre qué es y por qué te debe importar.
Se llama “Brainrot” (cerebro podrido) y es el fenómeno que domina TikTok. Una avalancha de memes absurdos y sin sentido aparente que fascina a los jóvenes y desconcierta a los adultos. Te explicamos qué es y cuál es su verdadero impacto.
Si en las últimas semanas te has topado en TikTok o Instagram Reels con un tiburón corredor, un cocodrilo-avión o una bailarina con cabeza de taza, y no has entendido nada, no estás solo. Eres testigo del “Brainrot”, un término que se traduce literalmente como “podredumbre cerebral” y que define al contenido de bajo valor, absurdo y altamente adictivo que está siendo consumido masivamente por la Generación Z.
Este fenómeno, lejos de ser una simple broma, ha sido calificado por la Universidad de Oxford como la «palabra del año» en 2024, reflejando su omnipresencia en el discurso digital y la creciente preocupación sobre sus efectos en la salud mental y la capacidad de concentración.
¿Qué es exactamente el Brainrot y cómo identificarlo?
El Brainrot no es un solo meme, sino un ecosistema de contenido. Se caracteriza por un humor surrealista, una estética caótica y una narrativa sin lógica aparente. Según análisis de medios y expertos, sus características principales son :
- Personajes Surrealistas: Generalmente son animales o objetos con características humanas o combinaciones bizarras. A menudo tienen nombres italianizados o inventados.
- Narraciones Caóticas: Los videos suelen estar acompañados de audios en un italiano macarrónico, con frases sin sentido, trabalenguas o rimas pegadizas que se vuelven virales.
- Estética Psicodélica: Se emplean colores estridentes, animaciones aceleradas, filtros de explosión y una edición grotesca que busca sobreestimular visualmente al espectador.
Los Protagonistas del Universo Brainrot
La popularidad de este fenómeno ha dado lugar a un panteón de personajes reconocibles. Entre los más populares se encuentran:
- Tralalero Tralalá: Un tiburón con zapatillas, considerado el iniciador del fenómeno en su vertiente «italiana».
- Bombardiro Crocodilo: Un híbrido de cocodrilo y avión bombardero.
- Ballerina Capuchina: Una bailarina con una taza de capuchino por cabeza.
- Tung Tung Tung Sahur: Un bate de béisbol con vida propia.
- Chimpanzini Bananini: Un chimpancé disfrazado de banana.
El origen del audio más famoso, “Tralalero Tralalá”, se atribuye a un tiktoker que subió una voz robótica cantando frases absurdas y blasfemas en italiano. Otro usuario combinó este audio con la imagen del tiburón y un filtro de explosión, desatando una viralidad de millones de reproducciones.
“Es solo humor, creatividad y una forma de burlarse de la sobreestimulación constante en internet. ¿Pero qué hay detrás de este pasatiempo?” – Cuestionamiento planteado por el portal El Ciudadano sobre las implicaciones del fenómeno.
El lado oscuro: ¿Por qué preocupa el Brainrot?
El término “Brainrot” no es casual. Refleja una preocupación genuina, tanto de expertos como de los propios usuarios, sobre los efectos del consumo excesivo de este tipo de contenido. Un estudio sobre el sobreconsumo de contenido en línea, citado por Milenio, destaca varias afectaciones potenciales :
- Disminución de la Atención: La naturaleza rápida, fragmentada y de baja sustancia de estos videos puede reducir la capacidad de concentración sostenida y el procesamiento profundo de información.
- Zombie Scrolling: El acto de desplazarse pasivamente por redes sociales sin propósito, lo que lleva al agotamiento cognitivo.
- Ciclos de Dopamina: El algoritmo de plataformas como TikTok está diseñado para crear un “ciclo de retroalimentación de dopamina”, donde la satisfacción instantánea de un video corto incita a seguir consumiendo, pudiendo llevar a conductas adictivas.
Para muchos jóvenes, el Brainrot es una forma de humor interna, una parodia del absurdo de la propia cultura de internet, el llamado “shitposting” elevado a su máxima potencia. Sin embargo, para psicólogos y educadores, representa un síntoma de una dieta digital poco saludable, donde el contenido vacío desplaza a la información de valor, el pensamiento crítico y la interacción real.
La clave, según expertos, no es la prohibición, sino la educación digital: supervisar el contenido que consumen los menores, fomentar un uso equilibrado de la tecnología y enseñar a las nuevas generaciones a navegar el caótico y sobreestimulado mundo de internet de manera segura y saludable.
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