Aunque la sal realza el sabor de los alimentos y ayuda a conservarlos, su consumo excesivo puede afectar seriamente la salud.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), los adultos no deberían consumir más de 5 gramos al día —equivalente a una cucharadita—, mientras que los menores de 10 años no deben superar los 4 gramos diarios.
El principal riesgo es el aumento de la presión arterial, uno de los detonantes más comunes de enfermedades cardiovasculares.
Además, estudios del Instituto Nacional de Salud Pública advierten que el exceso de sal puede dañar la mucosa gástrica y favorecer la formación de compuestos cancerígenos, aumentando el riesgo de cáncer de estómago.
También puede agravar otros padecimientos como el asma, la osteoporosis, los cálculos renales y la insuficiencia renal.
Alimentos con alto contenido de sodio
La OMS y la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) alertan que gran parte del sodio que consumimos no proviene de la sal que añadimos al cocinar, sino de alimentos procesados. Algunos de los productos con mayor contenido de sal son:
- Salsas embotelladas
- Cereales para el desayuno
- Galletas y pan industrial
- Tortillas de harina y tostadas de maíz
- Alimentos enlatados
- Palomitas para microondas
- Cacahuates, botanas y aderezos
Reducir la sal no significa eliminarla por completo, sino aprender a usarla con moderación y preferir alimentos frescos sobre los procesados. Controlar su consumo puede marcar una gran diferencia para mantener una vida más sana y prevenir enfermedades crónicas.


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